lunes, 13 de julio de 2020

Melinda Gates: "Hay ricos que deberían ser mucho más generosos"


Actualizado 
Melinda Gates dirige con su marido la organización benéfica más poderosa del mundo. Habla sobre el siglo de las mujeres, las donaciones de los más ricos y los éxitos (y fracasos) de su labor solidaria
JASON BELL
Melinda Gates es ingeniera informática. Tiene tres hijos, a los que matriculó en el colegio con su apellido de soltera (French) para aliviar la presión del patromínico familiar. Vive en una casa con 24 baños, un comedor del mismo tamaño que el del Palacio Real de Madrid y una biblioteca que guarda el Códice Leicester, un manuscrito de Leonardo da Vinci adquirido en un subasta por 27 millones de euros, la mayor cifra pagada nunca por un libro.
Es Melinda Gates (Dallas, 1964) también la mujer más generosa del planeta. Afirmación incuestionable, cuantitativamente hablando. A través de la fundación que dirige junto a su marido, Bill Gates, ha invertido más de 34.000 millones de euros en filantropía.
¿Considera que los ricos del mundo son generosos?
Cuando cuentas con grandes recursos tienes que dar. Es así de sencillo. Hay algunos que lo son, pero otros podrían serlo mucho más...
Lo dice alguien que quiere que los ricos paguen más impuestos y que pelea por despertar su generosidad a través del proyecto The Giving Pledge, un compromiso para donar al menos la mitad de su patrimonio en proyectos de caridad efectivo en vida o en el momento de la defunción. Lo dice quien ha decidido que sus hijos heredarán sólo nueve millones de euros cuando la fortuna del padre (86.700 millones, según Forbeses mayor que el PIB de 122 países del mundo. Se le pregunta qué opinan los herederos: "Lo hemos hablado desde que eran críos. Bill y yo les explicamos lo que hacíamos y hemos querido que viajaran por el mundo para que vieran que hay gente mucho menos afortunada. Ellos entienden esta decisión".
Y también lo dice quien probablemente se habría sentido contrariada [esta entrevista se hizo unos días antes] con las palabras de Pablo Iglesias, cuando el secretario general de Podemos criticó la donación (309 millones) de Amancio Ortega, fundador de Inditex, de equipamiento médico a la sanidad pública española: "Una democracia digna no acepta limosnas de multimillonarios".
En su cruzada por un mensaje contrario al de Iglesias, los Gates han convencido a Warren Buffett -tercer hombre más rico del mundo- para que done a la fundación que lleva el nombre de la pareja 17.800 millones de euros.
Melinda y Bill Gates han donado hasta hoy 34.000 millones de euros
El protagonismo de Melinda en este proyecto quedó refrendado públicamente en una entrevista de la revista Fortune en la que Buffett declaró que el fundador de Microsoft es "muy inteligente", pero que "en términos de ver el panorama completo, Melinda es más inteligente".
Ella es quien llama. Se presenta como Melinda y trata al periodista por su nombre de pila. Uno no sabe si lo hace acompañada por representantes camuflados de la firma neoyorquina que lleva sus asuntos de prensa y que ha hecho una labor de seguimiento de esta entrevista. Y si sucederá como en el caso de las entrevistas a algunas estrellas de Hollywood, cuando aparece al otro lado del teléfono una voz furtiva -siempre de un agente- que reconduce al periodista que osa saltarse el guión que exige preguntar exclusivamente por el producto que se vende. En esta ocasión, no hay interrupción alguna.
Hace 10 años no se consideraba feminista y hoy se define como una "feminista apasionada". ¿Qué ha cambiado?
He aprendido el significado del feminismo viajando. Para mí el feminismo es cuando una mujer tiene su voz en el hogar, en el mundo laboral y plena autoridad en la toma de decisiones en cualquier sitio. Mi feminismo ha ido creciendo y evolucionando.
¿Qué mujer le ha impresionado más?
En una ocasión estando en una charla en Nairobi [Kenia] una mujer que llevaba un bebé en brazos se levantó para hablar y dijo: «Quiero lo mejor para este hijo antes de tener otro y darle todo lo que pueda». Esas palabras fueron para mí como un catalizador de todo el trabajo relacionado con la planificación familiar. La epifanía de Melinda se produjo durante su primer viaje a África, en 1993, que hizo con Bill antes de casarse. Fueron a ver animales salvajes y quedaron noqueados por la pobreza que contemplaron. Allí decidieron que los increíbles réditos que daba el liderazgo en la era de la informática había que repartirlos en proyectos que mejoraran el nivel de vida en las comunidades más humildes.
Entonces esta hija católica de un ingeniero del programa espacial Apolo inició su aventura como defensora de los intereses públicos. Un intento de mejorar un mundo que habitaba más allá de las paredes de Xanadú 2.0 -así fue bautizada por la prensa la casa Gates de 6.000 m2 en el estado de Washington como homenaje a la mansión de Ciudadano Kane- y de las ventanas de oro del Windows. Un mundo en el que hay 104 países con leyes que prohíben determinados trabajos a las mujeres. Donde, por ejemplo, en Yemen una mujer no puede salir de casa sin permiso de su marido. Mientras en Guinea Ecuatorial lo necesita para firmar un contrato y en Chad para abrir una cuenta en un banco. En Túnez, si una familia tiene una niña y un niño, el segundo heredará el doble que ella. De la rebeldía contra este mundo nace No hay vuelta atrás (Editorial Conecta), un libro en el que Melinda Gates utiliza la primera persona para reivindicar a la mujer como fuerza transformadora.
En sus más de dos décadas de existencia, el combustible de la Fundación Bill y Melinda Gates han sido sus acciones de Microsoft, la empresa tecnológica fundada por él en 1975 y que el pasado mes de abril llegó a valer en Bolsa más de un billón de dólares o lo que es lo mismo, el PIB de un país como México. Con este capital el matrimonio apoya la lucha contra enfermedades como el sida, la tuberculosis y la malaria, así como la promoción de la igualdad de género.
El trabajo de Melinda Gates goza de un importante reconocimiento público (en 2006 los Gates recibieron el premio Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional), pero que en algunas ocasiones también la ha puesto en el punto de mira de las críticas. En 2009, un editorial de la prestigiosa publicación médica The Lancet exigió a la fundación más transparencia (los fondos, aunque privados, cuentan en muchos países con beneficios fiscales), lo que hizo que los Gates revisaran su política de comunicación.
Su fundación ha logrado mejorar la vida de muchas personas, pero me gustaría preguntarle cuál ha sido su mayor fracaso.
La educación pública de Estados Unidos. Está arruinada. Muchos sectores de la población no pueden acceder a una formación de calidad, que es muy cara. Para tener oportunidades se necesita una buena educación. Hemos puesto muchos recursos e ideas pero aún los resultados no son como deberían ser.
Ha criticado a la Administración Trump por el abandono de programas sociales como los de prevención del embarazo en adolescentes, ¿piensa abandonar su perfil discreto y decantarse por un candidato en las próximas elecciones?
Nunca he manifestado en público a qué candidato he votado. En mi vida he votado tanto demócrata como republicano. Es cierto que en eso nosotros hemos mostrado un perfil discreto en las elecciones. Elegiré mi voto cuando estemos más cerca de la fecha.
¿Estamos por fin en el siglo de las mujeres?
Sí.
¿Aceptarán los hombres compartir el protagonismo en todos los campos?
Quiero pensar que sí. Ya hay muchos hombres que apoyan las políticas de igualdad. ¡Cuántos de ellos no tienen hermanas o hijas! ¿Cómo no van a querer que en el futuro tengan ellas las mismas oportunidades?
Siempre ha defendido internet como instrumento de libertad pero hoy también la Red es una herramienta de control usado por dictaduras...
Hay un debate en la sociedad sobre la tecnología, de sus pros y sus contras. Lo que sí sé es que allá donde viajes en África y Asia es una herramienta útil y su uso es cada vez más habitual. El acceso a internet permite disfrutar de más información, tener, por ejemplo, herramientas financieras que favorezcan el ahorro y la gestión del dinero de las familias.
En la página 230 de su libro hace una breve mención a una relación que tuvo antes de salir con su actual marido en la que sufrió maltrato.
Estuve con alguien que me anulaba. Para mí escribir esa página ha sido sin duda lo más difícil del libro...
Es una declaración pública muy importante teniendo en cuenta su posición social...
Lo he hecho porque mi historia es la de millones de mujeres que han sufrido malos tratos, que han sido silenciadas y han visto herida su autoestima... El dolor del maltrato no se olvida.Nunca. Por eso es tan difícil tratarlo. Yo necesité más de una década para recuperar mi autoestima.

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