El quinto paso bíblico hacia la restauración de una relación es atacar el problema, no a la persona. No puedes arreglar el problema si estás ocupado buscando culpables. Debes escoger entre los dos. La Biblia dice, “La respuesta amable calma la ira; la respuesta grosera aumenta el enojo” Proverbios 15:1 (RVC).
Nunca te darás a entender si no vas al punto, así que elige tus palabras sabiamente. Una respuesta amable siempre es mejor que una sarcástica.
Para resolver el conflicto, lo que dices es tan importante como la forma en que lo dices. Si lo dices ofensivamente, se recibirá defensivamente. Dios nos dice, “Al que piensa bien las cosas se le llama inteligente; quien habla con dulzura convence mejor” Proverbios 16:21 (TLA).
Ser gruñón nunca funciona. Nunca eres persuasivo cuando eres agresivo.
Durante la Guerra fría, ambos lados estuvieron de acuerdo de que algunas armas eran tan destructivas que nunca deberían ser usadas. Por el bien del compañerismo, debemos destruir nuestros arsenales de armas nucleares en las relaciones, incluyendo condenar, menospreciar, comparar, etiquetar, insultar, ser arrogante y ser sarcástico.
Pablo lo resume de esta manera: “No empleen un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes las oigan” Efesios 4:29 (NTV).
Reflexiona sobre esto:
- ¿Qué puedes hacer en lugar de condenar, menospreciar, comparar, etiquetar, insultar, ser arrogante y ser sarcástico?
- ¿Cómo puedes prepararte para dar una respuesta amable antes de siquiera comenzar la conversación?
- ¿Qué rol crees que juega el lenguaje corporal en arreglar el problema y no culpar?
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