miércoles, 19 de agosto de 2020

Neymar y Di María conducen al PSG a su primera final de Champions


Actualizado 
El argentino, Marquinhos y Bernat marcan los tantos de la inapelable goleada de los de Tuchel frente al RB Leipzig (0-3)
Di María celebra su gol con Neymar.
Di María celebra su gol con Neymar. DAVID RAMOS AFP
Cada vez que el balón se acercaba a los pies de Neymar, el Leipzig parecía empequeñecer y sobre el delantero brasileño se dibujaba un aura de majestuosidad nunca vista antes de esta fase final de Lisboa. Como si, al fin liberado del molesto ruido que siempre le ha acompañado, el fútbol le hubiera concedido de una vez por todas la doble aspiración que da sentido a su carrera: ser el mejor futbolista del mundo y conducir al PSG hacia el título de campeón de Europa. Lo que antes era presagio ahora es casi destino, pues de ambos objetivos queda ya muy cerca Neymar, imperial sobre el Estadio da Luz, responsable máximo de que el PSG superara el obstáculo de un Leipzig menos fiero de lo esperado, acaso algo bisoño y desde luego demasiado impreciso.
Nada se explica sin Neymar, pero no todo se explica sólo con él. El PSG, tantas veces una mera acumulación de estrellas, es ahora un equipo, cincelado a conciencia por Thomas Tuchel. El brasileño decide, también lo hace otras noches Mbappé, pero por detrás de ellos hay una construcción con sentido que permite brillar a los actores secundarios. Ningún ejemplo como el de Di María, autor anoche de un gol y dos asistencias. O Marquinhos Bernat, quienes con sus tantos contribuyeron a desplegar la alfombra roja que conduce al PSG a una final para la que espera rival: el Bayern o el Lyon.
Ha habido que esperar tres largos años para contemplar en un partido decisivo de Champions lo que soñó Nasser Al-Khelaifi cuando en el verano de 2017 se atrevió a reventar el mercado mundial. Gastó el jeque cerca de 400 millones de euros para disfrutar de noches como las de ayer, en las que Neymar y Mbappé reclamaran juntos la cima del fútbol. Las lesiones del brasileño marcaron las eliminaciones del PSG los dos cursos anteriores, la del francés casi le cuesta el susto ante el Atalanta la semana pasada. Con ambos sanos, el conjunto parisino exhibió al fin el enorme potencial que corresponde a la inversión realizada en estos años de ineficaz megalomanía.
Ya en el amanecer conectaron ambos, con un excelente pase de Mbappé hacia el desmarque de Neymar que el brasileño estampó en el poste de Gulacsi. Ahí empezó a temblar un Leipzig nada acostumbrado a esta altitud competitiva, prácticamente un novato en la Champions cuyo enorme mérito es, más allá del resultado de anoche en Lisboa, indiscutible. Que le pregunten al Atlético.
Cometían los de Nagelsmann errores evitables en la salida de balón que permitían la salida en tromba de Mbappé y Di María desde los costados y de Neymar actuando como delantero centro. El gol que inauguró la semifinal, sin embargo, tuvo un trazo diferente al esperado, con dos actores secundarios en los pinceles. Di María convirtió una falta lateral en veneno puro y Marquinhos se elevó con potencia y jerarquía en el área para armar un cabezazo inapelable.

LA PILLERÍA DE BERNAT

Además de la ventaja, el PSG encontró en ese gol la oportunidad de terminar de acogotar a un Leipzig, pero no fue capaz de hacerlo. Sin embargo, sólo cuando el balón llegaba hasta Neymar lograban los de Tuchel acelerar las jugadas e intimidar así a su enérgico rival, limitado a algún contragolpe, como uno muy peligroso en el que Poulsen envió fuera un centro de Laimer. El brasileño, por su parte, sumó su segundo poste convirtiendo en una falta lejanísima en un disparo sorpresivo. Sólo el gol se le iba a resistir anoche, como en cuartos contra el Atalanta. La lírica invita a presagiar que se los reserva para la final.
Todo iba a acabar cayendo por su propio peso justo antes y justo después del descanso. Todavía en la primera mitad, un grave error de Gulacsi en la salida de balón permitió una jugada rápida en la que Di María cantó gol tras recibir una asistencia de tacón de Neymar. Y diez minutos después de la pausa, un tropezón de Mukiele permitió un centro del argentino para el cabezazo de pillo de Bernat.
Cualquier mínima aspiración de remontada que tuviera el Leipzig quedó enterrada en el instante en que el VAR ratificó el gol del lateral español. El bravo equipo de Nagelsmann simuló no haberse rendido, mientras el PSG comenzó a pensar en la final del sábado. En el día en el que quizá todo cobre sentido, en el que por fin Neymar pueda saborear el doble destino prometido.

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