Unos 7,3 millones de bolivianos votarán este 18-O tras una campaña desarrollada principalmente por redes sociales debido al coronavirus.
A casi un año de la traumática renuncia del mandatario socialista Evo Morales, los bolivianos eligen este domingo 18 de octubre un nuevo Presidente en un clima polarizado, con la economía golpeada por el coronavirus y temores de otra convulsión social.
Por primera vez en 20 años, Morales está excluido de la contienda electoral, luego de dimitir el 10 de noviembre de 2019 en medio de una crisis por las denuncias de fraude en las elecciones en que buscaba un cuarto mandato.
Los centros electorales cerrarán a las 5:00 de la tarde bajo un resguardo militar y policial, así como medidas sanitarias por el coronavirus. Los primeros resultados deberían conocerse una hora después.
Los candidatos favoritos son el economista Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales, y el expresidente centrista Carlos Mesa (2003-2005), de Comunidad Ciudadana, segundo en los comicios de 2019, que fueron anulados por denuncias de fraude.
Artífice del “milagro” económico bajo Morales (2006-2019), es muy probable que Arce deba ir a un balotaje con Mesa el 29 de noviembre.
Unos 7,3 millones de bolivianos votarán tras una campaña desarrollada principalmente por redes sociales debido al coronavirus, aunque con algunos choques en las calles entre militantes pro y anti-Evo.
“Es el fin de un ciclo del gobierno de Evo Morales y de la crisis política. Se espera que inicie un proceso para fortalecer las instituciones”, dijo a la AFP el politólogo Carlos Cordero, de la Universidad Católica Boliviana.
El país andino atraviesa a la par su crisis económica más profunda en casi 40 años, con una contracción prevista del PIB de 6,2% en 2020.
Los comicios también pondrán fin al gobierno transitorio de la derechista Jeanine Áñez, que retiró su candidatura tras críticas a su gestión de la pandemia, que ha dejado más de 8.400 muertos y 130.000 contagios.
Temores
La beligerante campaña, con amenazas del MAS a movilizarse ante un posible “fraude” y la difusión de noticias falsas, ha elevado la tensión.
En las horas previas a la votación, se formaron largas filas de autos para comprar gasolina y muchas personas acudieron a los mercados a comprar alimentos. Algunos negocios tapiaron sus puertas para evitar saqueos.
“Obviamente va haber una convulsión social (...), que esperemos que no sea muy larga”, dijo a la AFP Clara Quitalba, de 49 años, de la ciudad de El Alto, bastión del MAS y aledaña a La Paz.
Pero Renata Zapata, de 24 años, espera “que sea tranquilo” el día de votación. “No queremos vivir lo que el año pasado porque fue terrible”, expresó en la plaza Murillo de La Paz, frente a la casa de Gobierno.
“Es posible que haya una conmoción, pero dudo que sea de la misma magnitud” que la de 2019, que dejó más de 30 muertos y 800 heridos, dijo a la AFP el antropólogo Guery Chuquimia, académico de la estatal Universidad Mayor de San Andrés.
Cordero, en cambio, consideró que “los observadores internacionales van a ser una garantía para que no haya disturbios”.
“Respetar resultados”
La noche del sábado el Tribunal Supremo Electoral (TSE) anunció la suspensión del sistema rápido de difusión de resultados preliminares del comicio, aduciendo que no proporcionaría suficiente certeza en comparación a los datos oficiales. La medida implica que el conteo será más lento.
Para garantizar la transparencia, fue depurado el TSE y llegaron misiones de observadores de la OEA, Unión Europea, el Centro Carter, entre otras, que llamaron a la paz y a “respetar los resultados”.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, también pidió respetar el veredicto de las urnas.
Los temores se deben a que tras los comicios de octubre de 2019, el conteo de votos fue suspendido por más de 20 horas y al reanudarse Morales apareció con un salto que lo hacía ganador en primera vuelta.
Días después, la misión electoral de la Organización de los Estados Americanos (OEA) afirmó que hubo manipulación en el cómputo.
La oposición y simpatizantes del Morales coparon las calles y hubo violentos disturbios que dejaron 36 muertos y 800 heridos. Tres semanas después Morales renunció cuando las fuerzas armadas le pidieron que diera un paso al costado.
Morales, exiliado en Argentina, quien fue inhabilitado para votar, seguirá desde allí las instancias del comicio, que calificó de “día histórico”.
Advirtió que si su delfín Arce gana las elecciones, “al día siguiente” retornará a Bolivia.
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