Esteban Pittaro - Aleteia Argentina - publicado el 09/04/21
La segunda ola de COVID que azota la Argentina con más fiereza que la primera no la detiene
Alos veintipico, Natty Hollmann de Petrosino no tenía ninguna necesidad de pedir. No sólo era modelo y actriz, sino que había formado una familia que vivía cómoda en Bahía Blanca.
Pero tras estar al borde de la muerte durante una cirugía de oído debido a un cáncer, a los 27 años, dio un giro rotundo en su vida para abrazar a su “familia celestial” que estaba en la calle. Más de 50 años después, a los 81 años, sigue siendo un notable referente de la caridad en la Argentina al punto que muchos la consideran una “Madre Teresa” argentina.
Natty Petrosino ha estado nominada al Premio Nobel de la Paz. Fue reconocida por la Universidad Pública de Navarra con el Premio Internacional Jaime Brunet a la Promoción de los Derechos Humanos. En su ciudad natal, es ciudadana ilustre. Pero nada la detuvo ni la sacó del foco que tiene desde hace décadas: brindarse a los pobres. Ni siquiera la reciente invitación del Papa Francisco a viajar a Roma, previo a la Pandemia, que declinó, aunque agradecida, para seguir con los pobres de su país.
Tras esa “revelación” de los 27 años, en la que sintió un llamado, montó el Hogar de Peregrinos San Francisco de Asís en 1978, un espacio de atención a los vulnerables con enfermedades o discapacidades, que llegó a dar de comer a miles de personas por día. Pero hace ya 30 años dejó el espacio en manos del Arzobispado para ir hacia donde los pobres la llamen. Entre esos llamados para ir al servicio de los demás, conoció a las comunidades wichis del norte argentino.
Desde entonces, periódicamente pide y lleva, se sirve y va y vive con ellas. Ni la pandemia la detuvo, al punto que el año pasado incluso le iniciaron una causa judicial por violar las restricciones a la circulación. En ese viaje, que pudo hacer tras ocho meses de cuarentena, incluso le tocó asistir el parto de una madre. El niño venía dado vuelta en condiciones de precariedad donde un parto de esas características sería muy complicado, pero giró a último momento. “Gracias Jesús”, fue lo primero que le salió decir a Natty al relatar en ese momento el acontecimiento a Infobae. A Él todo le agradece. Y pide.
Y Natty volvió como siempre, y por estos días encabeza una nueva recolección de donaciones. La segunda ola de COVID que azota la Argentina con más fiereza que la primera no la detiene.
“Queridos hermanos de Bahía Blanca, ciudad bendecida por Jesús, siento que no hay otra donde yo hubiera podido hacer esta tarea, sin papeles ni nada. Fue solo porque ustedes creyeron en esta misión y están siempre ayudando, como hacen amigos, anónimos, empresas y gente que se sumó desde la primera hora para fundar el reino de Dios en la tierra”, dijo a La Brújula 24 estos días.
Habla de Dios inspirándola sin ningún tipo de reparo. Cuando la nominaron al Nobel declaró: “La noticia me hace sentir bien como argentina y por el hecho de que me postulen en un momento en que los valores están en debacle, me parece que Dios quiere hablarle al mundo”. Y aunque no rehúsa nunca hablar de su inspiración evangélica, que dice que prefiere hacer, interpretar a Jesús, y no citar.
Además de los wichis, es sabido su compromiso con las comunidades necesitadas de mapuches de la Patagonia, huarpes en el desierto en la Provincia de Mendoza, y otras de Tucumán y Formosa.
A los 81 años, Natty Petrosino sigue caminando sembrando e inspirando caridad. Haciendo. Esquiva la política. Habla sin reparos. Sirve. El Covid no la detuvo. Quizá no necesite comparación. No las pide. Natty Petrosino es un emblema de la caridad en la Argentina.
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