miércoles, 24 de agosto de 2022

‘El abogado de la mafia’: las negociaciones secretas de criminales con EE. UU.



 En una lujosa y estratégica esquina de Coral Gables (Miami) está ubicada la oficina del abogado cubanoamericano Joaquín Pérez. Ese ha sido el escenario de decenas de negociaciones que han adelantado con la justicia de Estados Unidos temidos y poderosos jefes paramilitares y capos del narcotráfico.


(Le puede interesar: ¿Quién es el poderoso narco ‘invisible’ al que EE. UU. rastrea en Colombia?).

Salvatore Mancuso, Carlos Castaño, ‘Jorge 40’, el esmeraldero Víctor Carranza, la esposa de ‘Megateo’, los capos Leonidas Vargas y Víctor Patiño y hasta millonarios y reputados empresarios han acudido al abogado Pérez, que terminó convertido en el defensor, confidente y redentor de delincuentes colombianos de grandes ligas.

En su nuevo libro, la periodista Martha Elvira Soto


Franco
, editora de la Unidad Investigativa de EL TIEMPO, revela información confidencial sobre esas negociaciones selladas con el Tío Sam. En algunos casos, los clientes de Pérez no pagaron ni un solo día de cárcel y, a cambio, entregaron información en Estados Unidos sobre políticos, militares, compañías y empresarios corruptos que han pasado invictos ante la justicia colombiana.

El abogado de la mafia (del sello Aguilar de Penguin Random House) será presentado el próximo 23 de agosto, en la Biblioteca del Gimnasio Moderno, a las 7 de la noche, en un conversatorio de la autora con Juan Roberto Vargas, director de Noticias Caracol Televisión.

EL TIEMPO revela apartes de ‘El bautizo en el narcotráfico’, el primero de seis capítulos.

(Le puede interesar: El atentado en Bogotá contra poderoso exlavador de la mafia del que nadie habla).

Cuando apoderé al jefe paramilitar Carlos Castaño intentaron eliminarme. Tengo claro que los negocios con la mafia son serios, de lo contrario, se pagan con la vida: Joaquín Pérez

Me dedico a defender a personas tildadas de criminales internacionales. Tengo más casos de extradición que ningún otro abogado y licencia para ejercer en cinco jurisdicciones: Massachusetts, Nueva York, Florida, Rhode Island y el Distrito de Columbia, donde está la Corte Suprema. Para atender clientes, he viajado a diferentes países, como España, Colombia, República Dominicana, Panamá, Venezuela y México. Y, a finales de 2020, en plena pandemia mundial, tomé un vuelo de catorce horas, desde Miami hasta Dubái, para asumir un nuevo proceso. Estuve allí en dos ocasiones.

“En mi lista de clientes han estado los más grandes narcotraficantes y paramilitares de Colombia, esposas de jefes guerrilleros, lavadores y hasta poderosos empresarios que quieren recuperar discretamente sus visas o chequear si están siendo investigados. Cuando apoderé al jefe paramilitar Carlos Castaño intentaron eliminarme. Tengo claro que los negocios con la mafia son serios, de lo contrario, se pagan con la vida.

(Además: Exclusivo: Toyota con cuatro cadáveres es de hijo de 'reina del telemarketing').

“Pero la mayoría de los narcotraficantes tienen incluso cierta clase. El problema es cuando crecen y se deben proteger, acudiendo a ejércitos privados. Ahora, el negocio está en manos de los viejos guardaespaldas y sicarios, que son más sanguinarios. Pero hay que tener en cuenta que hay tres tipos de crímenes: los violentos, que van contra las personas; los que afectan la propiedad; y los transitorios. Y, realmente, el crimen que ellos cometen –traficar droga– está proscrito temporalmente por la sociedad, como la venta de alcohol y la de marihuana lo estuvieron en algún momento. En estados como California, Colorado y New Jersey, lo que era antes un delito –consumir hierba– ya no lo es.

“(…) Muchos narcos son como bebés. En la cárcel terminan dependiendo de ti: les tienes que llevar desde noticias de su caso hasta las fotos de su familia, que sufren tanto como ellos. Hay que saber entender la tragedia que viven (…). Por eso, me ocupo de tenerlos siempre bien informados, de darles apoyo y de mantenerlos al tanto de los casos. Algún día recibí una carta del pequeño hijo de un procesado preguntándome cuándo iba a volver a ver a su padre, cuándo iba a recobrar la libertad. Es muy fuerte (…). Creo que una de las razones por las que he tenido suerte en mi profesión es porque sé cómo hablarle a un cliente y respeto la confidencialidad. Además, conozco cómo funciona la justicia en Estados Unidos. No veo el mundo en blanco y negro sino con diferentes matices”.

(Lo invitamos a leer: ¿Por qué se han ido de la Policía 9.822 de sus miembros en 19 meses?).

Pérez logró que a Salvatore Mancuso le dieran una pena más benévola de la que esperaban incluso sus primeros abogados. ¿A cambio de qué?

Foto: 

EL TIEMPO

Joaquín Pérez quería ser alcalde de Miami, ayudar a los pobres y salvar al mundo, pero terminó convertido en el abogado, confidente y redentor de sanguinarios narcotraficantes colombianos, como Víctor Patiño Fómeque y Leonidas Vargas; de oscuros personajes, como el esmeraldero Víctor Carranza; y de los más poderosos paramilitares, como el asesinado Carlos Castaño Gil.

También apoderó a otros dos comandantes de esa estructura criminal, que funcionó por años con el nombre de Autodefensas Unidas de Colombia (Auc): Salvatore Mancuso Gómez, el ‘Mono’, y Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40. A ambos, la justicia de Estados Unidos los dejó en libertad, a mediados de 2020. A pesar de los cientos de crímenes que cometieron, Pérez logró negociar y obtener sentencias moderadas.

El esmeraldero Víctor Carranza también tocó las puertas del abogado Pérez. ¿Qué buscaba?

Foto: 

EL TIEMPO

Los 2.000 clientes

Ellos, al igual que la esposa del violento narcoguerrillero del Ejército Popular de Liberación (Epl) Víctor Ramón Serrano Navarro, alias Megateo, empezaron a acudir al abogado Pérez para que los ayudara a indagar acerca de sus prontuarios en Estados Unidos o a conseguir penas benévolas, a cambio de acuerdos confidenciales.

Esas negociaciones, que dejan al descubierto el funcionamiento de la justicia estadounidense, reposan en los archivos del Departamento de Justicia, y algunos folios aún están en la lujosa oficina de Pérez, ubicada en una esquina estratégica de Coral Gables, un sector exclusivo de Miami.

Entre otros capítulos de la historia criminal colombiana, allí está el expediente del famoso ‘cartel de los Sapos’, programa patrocinado por agentes de la DEA que agremió a mafiosos de Medellín, de Cali y del norte del Valle en una turbia ‘hermandad’ de delatores. Los intentos de arreglo y colaboración con la DEA terminaron desatando una sanguinaria vendetta que aún se cobra muertos entre sus herederos.

A pesar de la estela de crímenes, esa confrontación también se ha convertido en series exitosas, con audiencias de sintonía récord, producidas por plataformas audiovisuales internacionales.

En medio de esa guerra fue asesinado uno de los primeros clientes colombianos de Pérez: Julio Correa, pareja de Natalia París. El abogado conoció a la linda modelo mientras le tramitaba a su esposo un acuerdo con la justicia de Estados Unidos y le recomendaba no volver nunca más a Medellín, pero Correa decidió omitir las instrucciones de su abogado.

Los clientes de Pérez, cerca de dos mil, son parte de la historia criminal no contada de Colombia que involucra con la mafia a políticos de alto nivel, generales de la Policía y del Ejército, poderosos empresarios, congresistas activos, dirigentes gremiales y reputados abogados. Los nombres de muchos de ellos han logrado permanecer en la sombra por años.

Castas rogatorias

El ganadero Santiago Uribe.

Foto: 

Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Basado en el secreto profesional, Pérez ha guardado con celo varias cartas en las que le piden que algunos de sus clientes testifiquen en procesos pendientes, calificados de ‘trascendencia nacional’ o de interés para Estados Unidos. Los oficios, algunos con fecha fresca, están firmados por agentes federales, por fiscales estadounidenses o por fiscales y magistrados colombianos.

Uno de los casos en los que se le pidió el testimonio de uno de sus clientes es el que se le abrió al ganadero Santiago Uribe Vélez, hermano del expresidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez. El ganadero fue acusado por la Fiscalía en 2016 de presunto homicidio y de conformación de grupos paramilitares, cargos que siempre ha negado.

Salvatore Mancuso, cliente de Pérez desde hace más de una década, insiste en que tiene información relevante sobre ese y otros expedientes que, según él, le interesarían a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el sistema habilitado por el acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) para documentar y juzgar crímenes cometidos en el marco del conflicto armado colombiano.

Reconozco el peligro que enfrenta Mancuso si es devuelto a Colombia. Se ha buscado enemigos muy peligrosos capaces de asesinarlo para cobrarle cuentas por las verdades que entregó en EE. UU.

En el portafolio criminal que Mancuso guarda, y que les reveló en detalle a autoridades de Estados Unidos, involucra en actos criminales a miembros del Ejército y de la Policía (activos y retirados), a poderosas empresas estatales y privadas y a miembros de la política colombiana. Muchos de ellos han pasado invictos ante la justicia, a pesar de haber tenido nexos con el paramilitarismo desde finales de los años noventa, e incluso después de su desmovilización, en 2006.

Reconozco el peligro que enfrenta Mancuso si es devuelto a una cárcel en Colombia. Se ha buscado enemigos muy peligrosos capaces de asesinarlo para cobrarle las cuentas por las verdades que entregó a la justicia de Estados Unidos”.

(Además: Exclusivo: uno de los muertos que apareció en la Toyota es un expolicía).

En una de las cartas rogatorias, un grupo de agentes federales insiste en que Pérez los ayude a ubicar con su viejo cliente el original de un documento en el que Mancuso cuenta una historia sin epílogo: cómo recibió, de manos de un influyente líder gremial, los nombres de un puñado de magistrados de la Corte Suprema que se podían ‘influenciar’ con jugosos pagos. El propósito del soborno era que, en 2005, saliera elegido un alto funcionario de la Rama Judicial que les podría convenir en su proceso de desmovilización. En Colombia ese caso nunca prosperó.

De su puño y letra, Mancuso reconoció lo que Pérez logró en su caso ante tribunales de EE.UU.

Foto: 

Penguin Random House

En otra carta se solicita acceso a Mancuso para aclarar un presunto caso de favorecimiento a paramilitares por parte de un exmiembro de la Corte Constitucional de Colombia, así como de una millonaria operación de lavado de activos de la fortuna de un jefe de las autodefensas que quedó en manos de un respetable empresario.

La conveniencia de que clientes de Pérez hablen sobre esos casos, que en Colombia no se han investigado, ha sido evaluada incluso en Washington por funcionarios de la División Criminal del Departamento de Justicia. El Gobierno de Estados Unidos es claro en que, a la luz del Acuerdo de Culpabilidad, son libres de cooperar o no con esas investigaciones, así sean clave para Colombia.

Pérez guarda silencio cuando se le pregunta por esas cartas rogatorias. Sin embargo, en el caso de Mancuso, asesores del exparamilitar en Montería, Córdoba, y en Bogotá aconsejaron no declarar en algunos procesos aún vivos, ante el “evidente peligro para el testigo (Mancuso), sus familias y hasta sus abogados, sin que ese riesgo le signifique beneficio judicial alguno”.

(Puede ser de su interés: Los dos hombres de Petro que ya se presentaron a la Dirección de Inteligencia).

Miembros de la Sección Antinarcóticos del Departamento de Justicia también le empezaron a pedir a Pérez, de manera insistente desde 2009, que les pregunte a algunos de sus clientes sobre Musa Besaile, el oscuro y otrora poderoso senador del departamento de Córdoba, expulsado de la JEP, en julio de 2021, por no aportar información relevante.

La justicia de Estados Unidos observó en silencio cómo Colombia lo capturó casi una década después de que agentes federales empezaron a preguntar por él. Para ponerlo tras las rejas en Colombia, tuvieron que echar mano de evidencia enviada desde Washington y Miami por la DEA.

Sobre la autora

Martha Elvira Soto Franco es periodista y magíster en Estudios Políticos, experta en la cobertura de temas de narcotráfico; corrupción estatal y privada y manejo de crisis. Ingresó a EL TIEMPO en 1994 y es la editora de la Unidad Investigativa de este diario.

(Consulte acá todos los artículos de la Unidad Investigativa de EL TIEMPO). 

Ha sido investigadora invitada del canal Al Jazeera y ha participado en producciones para Netflix y NatGeo sobre narcotráfico. Es analista de Citytv y EL TIEMPO Televisión y de medios de comunicación en Estados Unidos.
Ha ganado más de 20 premios, entre ellos el Global Shining Ligth 2015 y el CPB 2017 por el libro Velásquez, el retador del poder. Su libro ‘Narcojet’ también fue premio nacional de periodismo CPB.

'Dónde y cuándo?

El libro ‘El abogado de la mafia’ se presentará el martes 23 de agosto, en la Biblioteca del Gimnasio Moderno de Bogotá, a las 7 p. m., en un conversatorio de la autora con Juan Roberto Vargas, director de ‘Noticias Caracol Televisión’.

UNIDAD INVESTIGATIVA
u.investigativa@eltiempo.com
@UinvestigativaET
Síganos ahora en Facebook

Más noticias A fondo

-Exclusivo: uno de los muertos que apareció en la Toyota es un expolicía

-Los documentos que aportó EE. UU. para llevarse al hermano de Piedad Córdoba

-'El coronel Núñez no se fugó; si hay garantías, se presentará': dice su hermano

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Suficientemente maduros

Si fuéramos lo suficientemente maduros, entenderíamos estas 6 palabras. Orgullo: El orgullo mal entendido nos distancia. Dejarlo a un lado n...