Esta semana os quiero hablar sobre motivación. Aunque más bien me encantaría que fuerais vosotros los que me contarais con comentarios en este artículo o en las Redes Sociales, cuál es vuestro objetivo, vuestra meta, … ¿qué o quién os empuja a vivir de la manera que lo hacéis cada día?
Sabéis que adoro las historias y hoy os voy a contar una muy cortita, pero que creo que puede ayudarnos a clarificar un poco el objetivo que busco con este post:
“Cuentan que una mañana soleada llegó hasta las puertas de una ciudad un mercader árabe. Allí, se encontró con un hombre pobre, vestido con harapos y medio muerto de hambre. El mercader sintió mucha pena por él y le dio dos monedas de cobre.
Un par de horas después, los dos hombres volvieron a coincidir en el mercado:
- ¿Qué has hecho con las monedas que te he dado?, preguntó el mercader al indigente.
- Con una de ellas me he comprado pan para tener de qué vivir, dijo el hombre pobre.
- ¿Y qué has hecho con la otra?, apuntó el comerciante.
- Con la otra me he comprado una rosa, señor, para tener por qué vivir…”
En ocasiones, nuestra prisa por llegar a todo, nuestro deseo de tener nuevas cosas, de poseer lo mejor, de conseguir ese ascenso, ese coche, esa casa, …nos hace cargarnos de obligaciones sin un ‘para qué’. Son distracciones que nos desvían de nuestro objetivo inicial que da sentido a la vida. Por eso, me encantaría que este post nos ayudara un poco a todos a reflexionar, a pararnos -aunque sea cinco minutos- y a respondernos a esa pregunta:
- ¿Qué es lo que da sentido a mi vida? ¿Qué me motiva?
Porque, con el nuevo curso, nos planteamos retos, metas, objetivos Las aspiraciones personales y profesionales de cada uno son lo que nos empuja a seguir, a continuar trabajando, aprendiendo… ¡y eso es una maravilla! Porque nos hace crecer como personas.
Pero para crecer como personas nuestras acciones han de tener un sentido, un propósito, un por qué…
- ¿Cuál es tu por qué? ¿Cuál es tu propósito?
Tener claras nuestras motivaciones nos beneficia, tanto a nivel de rendimiento -porque emprendemos acciones con un rumbo determinado- como a nivel personal. Cuando estamos motivados nos sentimos mejor y somos mucho más productivos, al tiempo que hacemos nuestra tarea diaria con mucha más pasión. Y, sobre todo, ¡no nos olvidamos del objetivo que guía nuestras acciones!
Y es importante, no dejar de lado ese objetivo inicial. Si nuestro objetivo, por ejemplo, es trabajar para conseguir que nuestra familia pueda vivir cómodamente, que nuestros hijos e hijas estudien y tengan un futuro prometedor…es porque nuestro para qué es nuestra familia. Y en la búsqueda por ese objetivo final no podemos dejarla de lado. ¿A cuántos nos ha pasado que metidos en la vorágine del día a día se nos olvida una fecha importante en casa o salir un poco antes para compartir una cena en familia? Está claro que no siempre es posible ajustar nuestro trabajo, dependemos de jefes, empleados, viajes, agenda de otros…, pero si nuestro para qué es la familia ¿por qué no intentamos dedicarle unas horas a la semana? Cada uno en la medida de sus posibilidades.
En otras ocasiones, empezamos ese trabajo que no nos convencía para poder pagar los estudios, pero -poco a poco- nos hemos ido acomodando y hemos dejado de lado el esfuerzo que suponía seguir aprendiendo para seguir con nuestro propósito, con nuestro ‘por qué’ en la vida.
Mirad, es fácil que la inercia del día a día nos haga vivir en ‘modo automático’ y que nos olvidemos de nuestro porqué en la vida… Por eso os pido que hagáis como el indigente del cuento que compra una rosa para cuidarla, para contemplarla… ¡para tener una razón por la que vivir! Os pido que rebusquéis en la memoria y recordéis vuestro ‘por qué’.
¡Estoy seguro, que tenéis unos maravillosos motivos! ¿Me los contáis y así los recordamos?
¿Cuál es tu motivación? ¿Qué da sentido a tu vida?
Si te interesa el tema de la motivación, te invito a visitar mi página de Conferencista Motivacional.
Si lo que buscas es inspiración para motivarte en tu día a día, visita mi página de frases de motivación.
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