Escrito y verificado por psicóloga Valeria Sabater.
La humildad es un valor que todos debemos tener. Si quieres llevar una vida plena, sé humilde y rodéate de gente que también practique la humildad
La humildad, no es un valor que veamos, a día de hoy, con mucha frecuencia. Se aprecia más la competitividad y las relaciones caducas, esas que, para finalizarlas, eliminamos de nuestros perfiles sociales.
¿Dónde queda la humildad de reconocernos como lo que somos, con nuestras grandezas y con nuestros errores? Cada vez hay menos tiempo para ahondar en nuestras emociones y, a su vez, comprender las de lo demás.
Hablemos sobre el importante valor de la humildad para ponerlo en práctica y poder iniciar a los más pequeños en esta área.
La virtud de aceptarnos con todos nuestros defectos y grandezas
Nunca es fácil hacer una lectura profunda de lo que somos. No basta con mirarnos al espejo para preguntarnos cómo nos trata el tiempo, porque la vida no está en esa arruga de más, o en ese color elegido para nuestro cabello.
La auténtica vida estará, sin duda, en ese gesto un poco más triste que refleja el espejo y en nuestros actos.
La humildad nos enseña a ser objetivos con nosotros mismos, a aceptar nuestros errores y a ver que todos tenemos límites.
Nadie es perfecto, no cometas el error de creerte una experta en esa profesión que ejerces, porque nadie es maestro de sus artes. Todos somos estudiantes que aprendemos cada día de esta compleja vida donde, en cualquier momento, podemos ser falibles.
Muchos de nosotros estamos, convencidos de que la forma en que vemos la vida es la correcta, la que encaja dentro de “nuestros esquemas”. Y, a su vez, todos aquellos que la ven de otra forma, están, sin duda, equivocados.
¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué solemos actuar en ocasiones con tanto orgullo? Todas estas formas de pensamiento tarde o temprano nos ocasionan problemas y .discusiones.
Quien ve la vida con humildad, aceptando sus límites, y los puntos de vista, suele vivir más plena e íntegramente. No se lleva tantas desilusiones, porque no se marca grandes objetivos ni se ve a sí mismo como “alguien perfecto”.
La humildad es un valor que nos enseña a ser felices con lo que tenemos y lo que somos.
Ahora bien, puede que te preguntes: ¿De qué modo puedo cultivar mi humildad en el día a día? Mediante la modestia. Tan sencillo como eso.
Hay personas que confunden el ser humilde con “darlo todo por los demás y vivir con lo mínimo”. No se trata de llegar a estos extremos. Debemos hacer pequeños actos para ver las cosas en su justa realidad, y poder llevar una vida más íntegra, más feliz.
Si nos acostumbramos a actuar con modestia, podremos reconocer nuestros propios errores para avanzar siendo un poco más sabios. Quien no ve sus propias limitaciones, tropezará en la misma piedra una y otra vez. Así pues, tenlo en cuenta.
¿Cómo lograrlo?
Sé modesta, escucha a los demás, no busques tener siempre la razón, ni que tu punto de vista sea siempre el correcto.
Desarrolla a la vez tu curiosidad, manteniendo una mente abierta que te permita crecer, explorar el mundo, las emociones, los sentimientos.
Aprende a perdonar y a ver el mundo con más humildad, como quien observa a una criatura que está creciendo y que necesita aprender. No se trata de ganar o perder cosas, sino de experimentar una felicidad cotidiana y humilde. Con ella, aprenderemos a ser mejores personas y, a su vez, a hacer felices a otras.
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Obviamente, sabemos que no es fácil conseguirlo, puesto que muchos llevamos una vida con responsabilidades, de objetivos que cumplir…
No obstante, recuerda una cosa: intenta que cada cosa que hagas te aporte felicidad. Busca un trabajo que te llene, rodéate de personas que te aprecien y que practiquen la humildad.
No es difícil.
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