Cuando nos sometemos a Dios, su abundante bondad se derrama en nuestra vida.
Como leímos ayer, Dios quiere que le entreguemos nuestra vida, que nos convirtamos en un sacrificio vivo y santo. Esta no es una tarea pequeña. Todos nuestros planes y deseos deben estar sujetos a su dirección y voluntad. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué Dios nos haría esta petición tan grande?
Resulta que entregarnos a Él es lo mejor para nosotros. La Biblia promete una y otra vez que obedecer a nuestro Padre celestial nos da esperanza y un futuro firme:
David hizo la observación de que la bondad es abundante para quien se somete a Dios (Sal 31.19).
A Jeremías, el Señor le prometió que la prosperidad, un futuro y una esperanza son el resultado de buscarle de todo corazón (Jer 29.11, 12).
Salomón advirtió que nuestros caminos son rectos cuando confiamos en el Señor (Pr 3.5, 6).
Por eso, aunque Dios exige toda nuestra vida, promete que el sacrificio valdrá la pena. Además, Él se compromete a cuidarnos, proveer lo que necesitemos y acompañarnos siempre.
El camino del Señor es el mejor, y ofrece esperanza, alegría y paz. Si bien es posible que no nos guste todo lo que Él elige, Dios promete hacer todas las cosas para nuestro bien. ¿Quiere entregarle a Dios las riendas de su vida? Él le ama y atenderá sus necesidades.
Biblia en un año: Isaías 43-45
No hay comentarios:
Publicar un comentario