martes, 28 de noviembre de 2023

Cómo correr la carrera de la fe



 Seguir el curso establecido por el Espíritu Santo trae grandes recompensas.

28 de noviembre de 2023

Hebreos 12.1-3

Los corredores de un maratón siguen un recorrido demarcado. Pero supongamos que uno de los atletas decide elegir su propia ruta. Todavía corre la misma distancia y fija una línea de meta igual al original, pero atraviesa vecindarios con menos cuestas y parques menos concurridos. Su plan le parece excelente, pero al cruzar la línea de meta, no habrá una medalla ni una cinta esperándole. Eso parece una tontería, ¿verdad?

Pero nosotros hacemos lo mismo cuando decidimos el curso de nuestra vida, en lugar de correr la carrera que Dios establece. Al someternos a su voluntad, hacer lo que Él dice e ir por donde Él nos guía, nos mantenemos en el camino correcto.

Para los creyentes, la “línea de meta” —el cielo— es la misma ya sea que corramos la carrera a la manera de Dios o a la nuestra. Sin embargo, la diferencia es lo que tenemos que mostrar al final de nuestra vida en este mundo. Aparte de cuán grandioso sea el legado que alguien deje, las únicas obras en verdad duraderas y valiosas son las que se hacen para el Señor y en el poder de su Espíritu.

Sin embargo, no importa qué tan lejos nos hayamos desviado del curso, el Espíritu Santo sigue presente. Nos recuerda el camino correcto y nos da poder para volver a él y perseverar. Su ruta está establecida; y lo que tiene que hacer está claro. Corra la carrera que tiene por delante y termine bien (Hch 20.24).

Biblia en un año: 1 Corintios 4-6

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