Una entrevista que le hice a la señora Carolina Herrera en los años ochenta, cuando comenzaba su carrera. Fue una de las entrevistas publicadas en El Nacional. Andy Warhol hizo una de sus obras con su rostro
A CAROLINA HERRERA
NO LE GUSTA EL PUNK
Todos los ojos la miran, hasta desde el interior de los automóviles y autobuses. Un grupo de hombres boqueando frío y frotándose las manos se acerca hacia el cristal de sus ojos imperturbables; no parece tener miedo: muestra en un brazo varias pulseras costosas y su vestido azul relámpago cae al abismo de las largas piernas como si estuviese hecho con líquido y el pesado abrigo de piel de coyote no se mueve.
Los hombres llegan hasta donde ella posa y la miran, pero casi inmediatamente le dan la espalda, sacan un paquete de barajas y comienzan a lanzar apuestas al transeúnte.
Un veterano la contempla ahora desde un camión que descarga rollos de tela. Quién la hiciera hablar, quién la besara, parece decir con la mirada pesada de cansancio. La multitud, los carros, las luces, los edificios entran en caravana por la dimensión del aparador y se van hacia el país del maniquí. Ella es un maniquí, no siente el frío, es muda, pero su mensaje se aloja en la mente de todos, es un ideal femenino.
¿Cómo se llama el maniquí de la Madison Avenue? ¿De qué material está hecho? Un taxi penetró en su corazón, a la altura de su pecho. Dios Santo, y uno aquí sin poder moverse, con esta ropa tan ligera al frente del aparador, al otro lado de la calle, uno, el maniquí de la tienda de ropa deportiva viendo a la nena.
EN LA CALLE 57
Atravesando la calle un hombre pregunta, "¿Dónde queda el 19 East de la 57 Street?" y el maniquí de la tienda deportiva allá detrás, se mezcla entre cientos de personas que van y vienen. "Es a la vuelta", responden.
Hay una C y una H grandes, en el 19 de la calle 57 de Nueva York. En la grasa interior del ascensor hay pelusas de abrigos, de trajes, de cachemira.
Se abre el ascensor particular y aparecen, colgados por una revolución de costureras, unos doscientos o trescientos vestidos.
Una bola de pelo gris corre por la alfombra, con tanta pelambre encima de los ojos, que parece guiarse por radar. El perrito se echa frente a un zapato y sus patas desaparecen completamente. El zapato "Carolina Herrera" confeccionado en Italia, tiene un pie adentro; al lado hay otro zapato con otro pie. Luego siguen las medias nebulosas y allí está la falda "Carolina Herrera". Más arriba, como un cosmos de estrellas apagadas brilla una chaqueta negra de hombros "Carolina Herrera" y el rostro bonito, con poco maquillaje y sujetado al espacio por un peinado sencillo, dice "buenas tardes" ¿cómo está?
La dama se llama Carolina Herrera y Nueva York la envuelve.
Su oficina es pequeña y con mucha luz natural. Carolina Herrera es una mujer inteligente y amable que no tiene en su conversación ninguna petulancia. Siempre se piensa que la gente como ella sólo se interesa en frivolidades.
Las revistas más famosas de la moda internacional la entrevistan, la nombran. En Estados Unidos la entrevistan los canales de televisión, el New York Times Magazine, y la publicación que mueve la moda: WWD, Women's Wear Daily.
SU TRABAJO
Carolina Herrera comenzó su trabajo de diseñadora hace dos años y medio. Los primeros vestidos los hizo en Caracas, con su modista de El Paraíso, Delia. Los modelos gustaron en Nueva York. Ya ella estaba metida en ese mundo de la moda, porque durante diez años fue considerada una de las diez mujeres mejor vestidas del mundo y lleva como tres años como una de las mejores diseñadoras de la actualidad.
-Presento dos colecciones al año y una en mi taller. En abril presenté la colección de invierno y el primero de noviembre la de verano -comenta.
-Hay muchas tiendas acá con vestidos suyos en los aparadores -hemos dicho a manera de pregunta. El perrito gris muerde un zapato.
-Sí. Hay modelos míos en cien tiendas de Estados Unidos.
- ¿A qué se debe el éxito de sus diseños?
-Mi diseño es muy clásico pero muy femenino. A las mujeres les encanta ponerse mi ropa y tiene la ventaja que no pasa de moda por su clasicismo. He ido modificando los hombros, antes eran más levantados.
-¿Se ha enfrentado sola a este negocio?
-Tengo un buen socio, un excelente socio: Armando de Armas. ¿Quiere un café?, hace frío. Me gusta el café negro.
EL ESTILO
Carolina Herrera está cerca del Central Park. Para la colección de noviembre presentó junto con los vestidos y zapatos unos zarcillos y pendientes que llamaron la atención. Confiesa divertida que fueron hechos con las hojas caídas de los árboles del parque que Eduardo Costa, un diseñador argentino de su taller, recogió pacientemente. Él diseñó esos zarcillos y pendientes de hojas.
-¿Qué le exige el público a un diseñador?
-El diseñador -dice- debe tener su propio estilo. Mi ropa se parece a mí. Es necesario que la gente se vea bien en ella. Antes me diseñaba mis trajes, pero también me vestía con diferentes creadores. Al principio de esta carrera me costó mucho trabajo, pero es algo que me gusta y por lo tanto insistí. Trabajo por lo menos doce horas al día.
-En el Greenwich Village se nota que el movimiento punk y otros jóvenes usan su estilo de chaquetas, ¿ha pensado competir con la industria masiva?
-Siempre te copian, eso no tiene importancia: es halagador. Tengo ahora un contrato con Japón para febrero de 1984. Serán modelos sólo para el Japón y esa colección se venderá en 800 boutiques japonesas.
Ella dice que Nueva York es hoy el centro de la moda mundial. Todos los europeos quieren comprar y vender en esta ciudad.
-El concepto de belleza femenina, ¿ha cambiado?
-Depende de la época. Hoy la belleza es más moderna. Hay tantas maravillas para el cabello: la mujer que esté fea es porque no se ocupa de sí misma. La elegancia es una combinación, es muy personal, es todo un conjunto de cosas. A las mujeres les recomiendo que no se maquillen mucho porque se ven más viejas.
LA INSPIRACIÓN Y LA PINTURA
Matisse, Picasso, Gauguin. Miró, Mondrian, todos los grandes artistas plásticos trascienden finalmente hacia lo masivo a través del vestido: allá va en la calle unas caderas en torno a las cuales gira el amarillo de Matisse, una chica punk languidece recostada a una puerta de un establecimiento donde se juega con computadoras: su ropa tiene algo de Picasso, un poco de Braque. La espalda es de Mondrian.
-La inspiración ¿también funciona con usted?
-Es algo de todos los días (Carolina Herrera sonríe porque el perrito muerde su zapato), en un proceso de trabajo camino mucho, descubriendo objetos, colores, observando detalles. Lo que más veo es pintura: voy a todas las exposiciones interesantes. La muestra de Jacobo Borges ha gustado mucho. Es un artista que va hacia otra dirección… sus colores me fascinan.
-La fama ¿enferma?
-Es algo de lo más halagador, pero no tiene por qué empalagarte. La gente que cree estar en el tope tiene un complejo de inferioridad horrible.
-Usted es una mujer independiente y trabajadora ¿es feminista?
-La única cosa que acepto es que la mujer que trabaja debe ser pagada igual que el hombre y debe tener los mismos derechos, más nada: es bueno tener un hombre que te atienda, que sea amable, que te abra la puerta.
Carolina Herrera es abuela. Dice que viaja a Caracas constantemente para ver su país y estar con sus nietos. En sus modelos usa telas de la más alta calidad y no quiere nada con plásticos o imitaciones de tela. Un modelo suyo cuesta por lo menos tres mil dólares. Expresa que no le gusta hacer publicidad con sus clientes. Jacqueline Kennedy Onassis ha aparecido con modelos "Carolina Herrera" y otras personalidades también. Ella no lo dice: "si ellos comentan que usan mi ropa, yo encantada".
¿ES FRÍVOLA LA MODA?
-¿Qué le parece el movimiento punk?
-¿El punk?, me parece horrible, es la anti moda. Toda época tiene siempre un movimiento raro. Ya debe estar saliendo otro.
-Hay hombres que se maquillan y se pintan en estos días.
-Los hombres son tan vanidosos como las mujeres. Antes se maquillaban, hoy no los veo bien, no me gustan. Los hombres se ocupan mucho de la moda. Yo no he pensado diseñar para ellos. No creo que lo voy a poder hacer. Para niñas sí me encantaría.
-¿Es frívolo el mundo de la moda?
-La moda no es frívola, no es una cosa frívola. Es parte de tu vida: tienes que andar organizado y vestido. La moda está conectada con todo.
-Parece que le gustan más los vestidos que los pantalones, aunque la mujer de hoy anda mucho con esas prendas.
-Me gustan los vestidos un poquito debajo de las rodillas. La minifalda me parece mejor para las jóvenes. Me encantan las faldas más que los pantalones. A las mujeres les digo: "si tienen bonitas piernas ¿para qué las ocultan con pantalones?", creo que las rodillas son la parte más fea de la mujer, por eso prefiero las faldas un poquito largas.
-Usted siempre culmina sus colecciones con un traje de bodas ¿Cuál es la razón?
-Terminar casándose es el ideal de la mujer, no importa de dónde sea ni cómo sea su manera de pensar.
Carolina Herrera tiene muchas llamadas telefónicas, muchas visitas, clientes por toneladas. Hermosas mujeres se confunden con las modelos de su taller.
El perrito gris se ha quedado dormido en la alfombra. Afuera hay un maniquí deslumbrante. No hay maripositas en las luces porque el viento de Nueva York sopla, arrasa, barre, barre con todas las alas minúsculas. Del corazón del maniquí está saliendo un tipo con frío: es un entrevistador, carga una libreta, el grabador abulta en un bolsillo.
-Adiós preciosa -le dice al maniquí piel de coyote. Sólo responde un poquito el sol. Hay un poquito de sol cayéndose por una alcantarilla. El maniquí quisiera recogerlo, el entrevistador quisiera recogerlo. Carolina Herrera se asoma al ventanal y lo mira hasta que se lo traga el vidrio imperturbable del Chase Manhattan.
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