El pensador polaco desmontó la idea de que la felicidad depende del éxito o la ausencia de problemas, y defendió que solo el esfuerzo y los vínculos dan sentido a la vida.
En lugar de aspirar a una vida sin sobresaltos, defendía que el bienestar surge precisamente del esfuerzo, de la capacidad para enfrentarse a los retos y salir fortalecido de ellos.
| Para Bauman, la felicidad no depende de evitar los problemas, sino de la forma en que aprendemos a superarlos. |
La felicidad no se compra ni se mide
Para Bauman, el error moderno radica en haber confundido la felicidad con el confort o el poder adquisitivo. En su libro ‘El arte de la vida’, advertía que “la estrategia de hacer feliz a la gente elevando sus ingresos no parece que funcione”. Creía que el crecimiento económico y el consumo se habían convertido en las nuevas varas con las que medimos el éxito personal, aunque pocas cosas tengan menos que ver con una vida plena.
De hecho, subrayaba que “la mitad de los bienes cruciales para la felicidad humana no tienen precio de mercado y no se venden en las tiendas”. Ni el amor, ni la amistad, ni los lazos familiares se pueden adquirir con dinero. Por eso, en su opinión, el modelo de ‘sociedad líquida’ —centrado en el deseo inmediato y la satisfacción constante— nos conduce a una sensación de vacío. Para Bauman, la felicidad no es algo que pueda guardarse ni acumularse, sino una experiencia que se renueva cada día.
| La felicidad, según Bauman, se vive en lo cotidiano y se cultiva día a día |
Esfuerzo, amor y sentido
Frente a la promesa de una vida fácil, Bauman recuperaba una idea casi olvidada: que el esfuerzo y la superación dotan de sentido a la existencia. “Los antiguos lo sospechaban —escribió— y sugirieron que, sin esfuerzo, la vida no ofrecería nada para hacerla digna de ser vivida”. Esa búsqueda no es cómoda, pero sí profundamente humana.
El amor, otro de los temas centrales en su obra, tampoco escapaba a esta lógica. Para él, “el amor no es algo que pueda encontrarse, es algo que debe rehacerse día a día”. Lo mismo ocurre con la felicidad, que se renueva cada día y exige atención constante. Como resumió en una de sus frases más recordadas, “la felicidad es una elección que se tiene que hacer a diario y reafirmarla día tras día”.
En tiempos en que se nos promete una vida sin fricciones, Bauman nos recuerda que el bienestar real está precisamente en cómo afrontamos los problemas, no en huir de ellos.
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