domingo, 7 de diciembre de 2025

Jorge Luis Borges, el escritor de las verdades incómodas

La felicidad, como emoción y resultado de una vida, no puede ser fingida.

Jorge Luis Borges, el escritor de las verdades incómodas: "Se pueden fingir muchas cosas en la vida, incluso la inteligencia, pero hay una cosa que no se puede fingir"

La felicidad no puede fingirse, decía el escritor Jorge Luis Borges. Él, que era famoso por sus laberintos literarios, encontró y demostró con sus palabras una verdad tan poderosa, que podría cambiarte la vida.

Todos vivimos en nuestro particular baile de máscaras. Fingimos que estamos de buen humor cuando nos cruzamos con el vecino en la escalera, sonreímos con fingida tranquilidad cuando nuestro compañero vuelve a meter la pata en el trabajo, y hasta en ocasiones fingimos estar de acuerdo con circunstancias que nos crispan el ánimo.

El poeta y escritor Jorge Luis Borges, un maestro de destapar verdades a golpe de letra, desveló, sin embargo, aquello que jamás podemos fingir: la felicidad. Sí, puedes forzar una sonrisa, puedes intentar parecer más alegre de lo que estás en realidad. Pero no puedes fingir la felicidad, porque se refleja en la mirada, en la postura, en la voz, en el alma. Y el “fíngelo hasta que lo consigas” no funciona aquí.


Borges, a pesar de su apariencia distante y de su pasión por los laberintos conceptuales, fue un escritor tremendamente humano. Su literatura está atravesada por un anhelo constante de autenticidadpor la búsqueda de aquello que permanece cuando todo lo demás se desgasta. El yo profundo, la conciencia, la memoria. Es eso lo que se refleja en la célebre cita con la que abrimos este artículo: “Uno puede fingir muchas cosas, incluso inteligencia. Lo que no se puede fingir es la felicidad”.

Pero ¿por qué no podemos fingir la felicidad? Porque la felicidad, en su dimensión más real, no está en un gesto o un discurso, sino que es una forma de vivir con coherencia. El cuerpo lo nota, la voz lo revela, el cansancio emocional lo delata. Podemos sostener durante un tiempo la apariencia del éxito, la compostura de la seguridad o el brillo de la inteligencia. Pero la felicidad genuina tiene raíces demasiado profundas como para imitarlas desde fuera.

El sentido  nos hace asentir al escuchar las palabras de Borges, pero la psicología contemporánea lo confirma. Estudios realizados sobre la disonancia emocional muestran que cuanto más intentamos simular estados afectivos que no sentimos, mayor es el desgaste emocional interno.

El psicólogo Daniel Wegner lo llamó “efecto rebote”. Cuánto más luchamos por aparentar algo, más emerge lo que realmente sentimos. No es casualidad que tantas personas describan una profunda sensación de vacío tras intentar actuar como alguien feliz, cuando pasan por un mal momento. La felicidad social, añadiría Byung-Chul Han, aquella que se espera, se exige y se celebra, se ha convertido en una obligación que nos aleja de toda realidad.

Borges ya lo percibió con su sabiduría de escritor, y lo dejó retratado en estas palabras. Él, que jugó con espejos, identidades y dobles, sabías mejor que nadie que las máscaras pueden ser herramientas literarias, pero malas compañeras en la vida. Cuando escribía sobre laberintos, quizá, estaba hablándonos también de nuestros propios enredos internos: ese recorrido confuso entre lo que mostramos y lo que sentimos de verdad


EL SIGLO XXI: LA ERA DE LAS MÁSCARAS

Fingir no es una tendencia moderna, pero es indudable que en el siglo XXI está de moda. Ahora disponemos de un escaparate abierto al mundo. Elegimos cuidadosamente qué versión de nosotros se verá reflejada, y fingimos que lo demás no existe. Y sin darnos cuenta, nos alejamos de la verdadera felicidad.

Porque sí, la felicidad también está construida con la tristeza. El dolor, el sufrimiento y la pena son necesarias para construir una verdadera felicidad, que solo reluce en el contraste. Solo entendemos la vida cuando sabemos que vamos a morir

Pero en esta época obsesionada con la pantomima, con los likes, los seguidores y los filtros, ¿cómo conectamos con la verdad? ¿Cómo dejamos de fingir en un mundo en el que nadie quiere enfrentarse a lo oscuro, a lo sucio, a lo doloroso? Echando la vista atrás para conectar con lo que otros nos enseñaron.

UN VISTAZO AL PASADO

“Quien vuelve los ojos a los clásicos avanza a hombros de gigantes”, asegura el filósofo Jorge Freire en su libro Hazte quien eres. Porque las enseñanzas de los filósofos, de los escritores, de los pensadores del pasado, siguen resonando con el presente.

En esto de fingir y pretender que la tristeza no forma parte de nuestra vida, pueden darnos una importante lección los estoicos. Y es que estos pensadores griegos y latinos sabían a la perfección que pretender que las adversidades no llegarán es la fórmula perfecta para el fracaso.

Al contrario, los estoicos nos recomendaban practicar la incomodidad, aceptarla como parte inefable de la vida, y saber que, tarde o temprano, aparecerá en nuestra vida. Y que, de hecho, será cuando las cosas se pongan feas cuando sabremos realmente de qué pasta estamos hechos. Este es el único camino hacia el autoconocimiento, hacia la autenticidad.

Queda, por tanto, una sola tarea. Aceptar la lección de Borges y saber que fingir no solo no nos hará felices, sino que nos aleja de la verdadera felicidad. Y así, sabiendo que no hay felicidad, sino aquella que se encuentra a través del autoconocimiento, podremos abrazar todo el amplio abanico de emociones que la humanidad nos ofrece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Paz mental en un mundo inestable

No importa lo que depare el futuro, puedes tener paz y confianza al saber esto: ¿Hay algún lugar al que podamos acudir por estabilidad, sin ...