domingo, 7 de diciembre de 2025

Los grandes filósofos de la historia coinciden sobre dónde hallar la felicidad: “Es imposible encontrarla en ningún otro lugar”

La filosofía puede orientarnos en un mundo en el que poseemos pocas certezas, en especial si hablamos de aquellos grandes filósofos que han acompañado a la humanidad a lo largo de toda la historia. Y una de sus mayores lecciones es un mapa emocional que nos conduce hacia la felicidad.

El secreto de la felicidad se encuentra en aceptar y vivir el presente con conciencia plena. 



CECILIA PEREZ LEON  /  CUERPOMENTE

Cuando uno estudia filosofía se encuentra con una revelación curiosa. En lugares distintos del mundo, casi al mismo tiempo, personas muy diferentes llegaban a conclusiones similares sobre la felicidad. Incluso la sabiduría oriental y la filosofía occidental, que tanto se ha insistido académicamente en separar, encuentran puntos comunes.

Lo descubrimos, por ejemplo, al estudiar a Buda y a Aristóteles. O a Confucio y Epicteto. Separados por siglos y kilómetros, sin un acceso a internet que los conectase, sus ideas acaban viéndose entrelazadas en la historia.

Cuando esto sucede, es fácil llegar a la conclusión de que algo especial se esconde en sus enseñanzas. Son lecciones transversales, que sobreviven al tiempo y al espacio, y que se revelan ante aquellos que se atreven a reflexionar, a aceptar la verdad y a mirar el mundo sin contarse mentiras. Son esas certezas, esas lecciones ancestrales, las que en este presente tan incierto pueden guiarnos hacia la felicidad.

Una de esas grandes lecciones, con la que comenzamos este viaje y que abarca todas las enseñanzas que podemos extraer de otros tantos filósofos, nos la dejó Schopenhauer. El filósofo del pesimismo nos dijo: "Es difícil encontrar la felicidad dentro de uno mismo, pero es imposible encontrarla en ningún otro lugar". Así, este viaje a través de la filosofía es, en cierta medida, un viaje hacia el centro de uno mismo.  

LA PRIMERA VERDAD

Confucio

Reflexionar sobre la felicidad, su origen, forma y definición ha sido tarea de la filosofía desde el comienzo de los tiempos. Ya Confucio, en el siglo VI a.C., nos dejó algunos proverbios y frases que adivinan lo que otros confirmaron con el tiempo. La felicidad no es una emoción temporal, no es como la alegría, fugaz e intensa. Es algo más profundo, algo imperecedero que se instala en aquel que aprende a buscarla en los lugares indicados. El resultado de una actitud correcta ante las circunstancias.

Y es que, si la felicidad debe ser imperecedera, no puede depender jamás de aquello que permanece ajeno a nuestro control. La felicidad, por tanto, nos pertenece, y depende de nuestra actitud ante la vida.

“Solo puede ser feliz siempre, aquel que sabe ser feliz con todo”, escribió el pensador chino. Con esta sencillez puso sobre la mesa uno de los debates eternos de la humanidad, y que sin duda ha acabado corroborándose en el presente.

HAZ QUE EL DESTINO JUEGUE A TU FAVOR

Epicteto

Si Confucio nos advertía que la felicidad se reserva en exclusiva para aquel que sabe ser feliz con todo, Epicteto, nacido casi 500 años después, daba un giro nuevo a la idea. “No pretendas que las cosas sucedan como tú quieres, desea que sucedan como suceden y serás feliz”, dijo el filósofo latino.

La clave no es, por tanto, contentarse con lo que sucede, sino amar al destino. ‘Amor fati’, esa fue una de las grandes lecciones de los estoicos.

Estos pensadores nos advertían que, en realidad, no conocemos el futuro. No podemos saber si lo que hoy nos parece trágico, mañana acabará convirtiéndose en motivo de alegría. Y en cualquier caso, incluso en la más compleja de las circunstancias, contamos siempre con nuestra actitud para salir adelante. Podemos convertir las adversidades en lecciones, saliendo así fortalecidos.

La lección de Epicteto para hallar la felicidad es, por tanto, aprender a amar el destino. Aceptarlo, suceda lo que suceda, creyendo firmemente que era lo mejor que podía suceder.

DOMINAR EL DESEO

Jean -Paul Sartre

Para poder aplicarnos en la enseñanza de Epicteto debemos vencer a uno de los grandes enemigos de la felicidad, según todos los grandes pensadores de la historia: el deseo. Nuestros deseos nos alejan de esa actitud estoica que acepta sin más las circunstancias, y que nos recomendaban los dos pensadores mencionados.

Este giro lo introduce, por ejemplo, Jean-Paul Sartre, filósofo existencialista, en alguno de sus estudios. “La felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”, sentencia el pensador.

Su mensaje era potente. Somos esclavos de nuestras heridas y de nuestro deseo, en tanto no seamos conscientes de que impulsan nuestras acciones. Esta toma de conciencia, reconocer que nuestra voluntad puede verse sometida a nuestra emocionalidad, nos permite liberarnos. Y la forma de hacerlo es comprender que todo aquello que haces y crees aborrecer, es en realidad una elección libre.

Así, ir a trabajar puede ser algo que no te apetezca, algo que no obedece a tu deseo. Pero eres consciente de los beneficios que te reporta a largo plazo dicha acción, y de esa manera, sometes al deseo y te haces libre. Puedes dejar de decir “tengo que ir a trabajar” y puedes empezar a decir “quiero ir a trabajar”. Porque comprender que tu voluntad es superior al deseo, y sabes que eres responsable de tu propia felicidad.

CONECTAR CON EL PRESENTE

Thich Nhat Hanh

Sobre la teoría,  filósofos occidentales son grandes maestros. Sobre la práctica, nada como el budismo para aprender a conectar. Y es que todo lo que nos presentan los anteriores pensadores nos lleva a un punto común, que comienza a dibujarse como ese espacio imaginario en el que se esconde la felicidad: el presente.

“El momento presente está lleno de alegría y felicidad, pero no lo ves porque no estás atento”, escribe el maestro budista Thich Nhat Hanh al respecto. Aceptar el presente, amar el destino, tomar valor de nuestras acciones… Todo ello nos lleva directos hacia una verdad poderosa: la felicidad se encuentra siempre en el presente.

Es la meditación, la práctica contemplativa, la que nos permite conectar con el presente en toda su extensión. Y así descubriremos que la felicidad está en el placer de compartir y experimentar, poniendo los cinco sentidos en ello.

LA PRÁCTICA CONTEMPLATIVA

Byung-Chul Han

Sobre esta práctica contemplativa nos habla también Byung-Chul Han, a quien podemos . ya como uno de los grandes filósofos de la historia. En su Vida contemplativa, el pensador arremete contra otra gran filósofa del pasado, Hannah Arendt. “La felicidad no tiene que ver con una vida activa, como decía Hannah Arendt, tiene que ver con una vida contemplativa”, sentencia el surcoreano.

La vida contemplativa es para Byung-Chul Han una forma de revolución silenciosa en el presente. En un mundo sobresaturado de acción, información y exigencias, para huir del deseo y de la cultura del “sí puedo”, que nos vuelve esclavos de la productividad, el pensador nos propone volver a la contemplación.

La contemplación es ese tiempo libre de exigencias, ese espacio en el que los minutos suceden sin que nada los ocupe. Y podría ser el verdadero secreto para conectar con el presente, para tener el tiempo de tomar conciencia de nuestras acciones, para amar el destino y, por supuesto, ubicarnos en ese espacio de aceptación total en el que Confucio afirmaba que podemos ser felices para siempre.

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