La psicoterapeuta María Ibáñez Goicoechea y el psicólogo Jesús Jiménez Cascallana exponen por qué proponerse cambiar no es suficiente para conseguirlo
Muchos de los consejos psicológicos actuales más divulgados son ineficaces, incluidos los de los considerados expertos en psicología. Un ejemplo son las claves para la felicidad que difunde la Universidad de Harvard con el profesor Tal Ben Sahar y su cátedra de la felicidad. Algunos tan llamativos como "llevar un calzado cómodo". No hay duda de que la elección del calzado es importante, pero que de la felicidad es una idea que raya en lo absurdo. El resto de sus consejos tampoco se salvan, pues dan por cierto que uno puede tener ciertas cualidades por el hecho de decidir tenerlas. "Ser agradecido" o "tener empatía con los demás" son algunos ejemplos de las recetas ineficaces de Ben-Shahar y otros expertos.
Su problema es que dan por sentado que uno puede adquirir ciertas cualidades por el mero hecho de decidir que así será, pero si ser feliz fuera tan simple, con decidir serlo estaría todo resuelto. Y no es así. Por eso muchas personas están hartas de frases motivadoras y de consejos fáciles para alcanzar la felicidad, que tan comunes son actualmente, en realidad son ineficaces.
Estos consejos proponen cosas como "ser fuerte", o convencerse de que uno puede con lo que se proponga, aunque no entienda los motivos que le hacen sentir débil o que le impiden avanzar. Es como si se anima a una persona con un esguince en el tobillo a caminar con firmeza: se trata de un remedio obviamente contraproducente, pues está claro que primero tiene que sanar la lesión, y que solo entonces caminará sin dificultad. Algo similar sucede al decirle a una persona tímida que tiene que ser más empático, o a una persona deprimida que tiene que estar más activa, o a unos padres con una hija que se autolesiona que se alejen de las personas tóxicas… es completamente ineficaz, contraproducente y produce frustración.
Uno no puede cambiar su realidad psicológica por el mero empeño o la fuerza de voluntad, ni va a resolver sus problemas solo con cambiar su comportamiento. Hay que entender las causas, las verdaderas causas del malestar. Decidir que te vas a mostrar al mundo como una persona segura y capaz de todo no hará que lo seas, ni que consigas todo lo que te propongas. El camino es otro.
Cómo saber si un enfoque psicológico va a funcionar
La única manera de aumentar la felicidad es resolver los conflictos psicológicos que hacen sufrir. Y para resolver estos conflictos hay que comprender su origen, racional y emocionalmente.
Y, aunque los motivos externos son importantes e influyen, aspectos como el comportamiento de las otras personas, las circunstancias de la vida y la genética… no son las verdaderas causas. Las raíces del malestar que hay que comprender son las internas, las conclusiones erróneas, la ira, la inseguridad, la competitividad, el miedo a tomar decisiones, al futuro, al rechazo, a la soledad, a la enfermedad, a la muerte… a sufrir. Y es necesario entender que problemas como la ansiedad, la depresión o el déficit de atención, son efectos, y para solucionarlos hay que entender y resolver sus causas.
Otro error común en la solución de los conflictos es conformarse con tomar psicofármacos. Si a una persona le duele mucho la espalda y quiere tomar analgésicos, está bien porque le ayuda a no sufrir, pero conformarse solo con los medicamentos no va a resolver la afección de la espalda. El dolor es el efecto, "avisa" de que algo anda mal en el cuerpo. De la misma manera, el sufrimiento, como la ansiedad o la depresión, son efectos que "avisan" de un problema en la mente, algo que hay que aprender a resolver. Por eso tomar psicofármacos para paliar los síntomas puede ayudar, pero esto no va a solucionar de manera definitiva el problema.
La verdadera clave está en comprender
Cuando se entiende cómo funciona la psique humana se puede uno ahorrar muchos rodeos innecesarios. Simplificando el proceso, basta entender que los conflictos psicológicos de las personas se manifiestan en tres ámbitos: el comportamiento, las emociones (parte afectiva) y el pensamiento (parte cognitiva). El comportamiento es el resultado de los otros dos, de lo que uno piensa y de lo que siente, de ahí que la resolución del problema pase por poner en orden el pensamiento y las emociones. Consejos como "muéstrate seguro y serás seguro" denotan una gran ignorancia de la mente y su contenido; para ser seguro hay que resolver la inseguridad, y no volverse un farsante. Así, cualquier abordaje que se base solo en cambiar el comportamiento puede tener algún resultado práctico, pero en el plano psicológico no será eficaz,especialmente a medio y largo plazo.
Respecto a las emociones y sentimientos (los aspectos afectivos), hay que aprender a abordarlos correctamente. Esto no lo hace ninguna corriente actual, ni siquiera la que más podría haberse acercado, la llamada inteligencia emocional. El error está en que se aborda la emoción razonando, que es como querer aprender a nadar sin meterse en el agua. Por mucha teoría que uno sepa sobre las emociones, si no se aprende a explorarlas y perderles el miedo, sintiéndolas en el cuerpo, no se avanzará mucho en la resolución del conflicto. Consejos como siente amor y sé afectuoso no sirven más que para confundir más aún la mente. El amor, el afecto, la empatía, la alegría, la serenidad, la bondad, la generosidad, la resilencia, son emociones que van surgiendo como consecuencia de ir comprendido y resolviendo los conflictos, no se pueden producir sin más, eso sería un autoengaño.
En resumen, los consejos para alcanzar la felicidad, los intentos para solucionar un conflicto o una terapia aplicada para resolver un trastorno psicológico, serán eficaces si se centran en comprender y resolver las causas del malestar, resolviendo los errores cognitivos y afrontando adecuadamente las emociones. Y tomando el comportamiento como medida de los cambios.
María Ibáñez Goicoechea y Jesús Jiménez Cascallana son comunicadores especialistas en psicología, escritores y conferenciantes. Son los autores del libro 'Aprende a resolver lo que te hace sufrir'.
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