Al cumplirse un año del apagón masivo que afectó a 22 estados de Venezuela, El Pitazo visitó cinco centros de salud de la capital para conocer el estado del suministro de energía eléctrica y las condiciones de funcionamiento de los sistemas de reserva en casos de emergencia. En todos estos establecimientos, que sumados reciben a más de 6 mil pacientes a diario, las deficiencias del servicio eléctrico todavía representan una amenaza de muerte, imposible de determinar por la oscurana oficial
Dos meses antes de que un apagón masivo dejara en la oscuridad por más de 20 días a 22 estados de Venezuela en marzo de 2019, la deficiencia eléctrica ya era un problema recurrente en la red hospitalaria del país. Luego de un año, las fallas se han profundizado.
Esta situación compromete la correcta operatividad de los centros de salud que atienden a más del 70% de la población. En Caracas, aunque sufre menos fallas eléctricas respecto de otras entidades de oriente y occidente, la ausencia de planes de contingencia es similar. En ninguno de los hospitales con hasta 1.200 camas instaladas está garantizado el funcionamiento de los servicios bajo los parámetros mínimos que permitan brindar un acceso a la salud con seguridad, durante una emergencia producida por un apagón.
Un equipo de El Pitazo visitó cinco establecimientos que reciben a diario a más de 6 mil pacientes y en los que se ofrece servicio en especialidades médicas para todas las edades. En los hospitales Universitario de Caracas (HUC); de Niños José Manuel de los Ríos; Dr. Jesús Yerena; Dr. José Gregorio Hernández en Los Magallanes de Catia y Dr. Miguel Pérez Carreño los sistemas de respaldo eléctrico de emergencia cubren con deficiencias algunas de las áreas críticas.
ACTUALMENTE LOS HOSPITALES VISITADOS SOLO DISPONEN DE 25% DE LA DEMANDA DE ELECTRICIDAD QUE REQUIEREN EN UNIDADES DE RESPALDO EN CASOS DE FALLAS ELÉCTRICAS
Esto supone un alto riesgo ante una eventualidad como la registrada hace un año, cuando fallecieron 26 personas por causas asociadas a las constantes interrupciones eléctricas, según el boletín final de la Encuesta Nacional de Hospitales, presentado a mediados del pasado mes de enero. La estadística, elaborada con el aval de la Asamblea Nacional y la Academia Nacional de Medicina, no ha podido ser contrastada con información oficial, debido a que el Ministerio de Salud se reservó esos datos.
Un problema estructural
Winston Cabas, ingeniero electricista y presidente de la Asociación Venezolana de Ingenieros Eléctricos, Mecánicos, Profesionales y Afines (Aviem), calificó de problema estructural al conjunto de fallas en el sistema eléctrico nacional; entre los que destacó la dependencia de la generación hidroeléctrica, que ocasionan los reiterados cortes eléctricos, que no excluyen a la red sanitaria.
En total los hospitales que están diseñados para atender entre 300 a 1.000 pacientes al día y que cuentan con servicios en más de 20 especialidades, consumen al año cerca de 5.000 KVA. Por lo que requieren plantas eléctricas con un mínimo de 4.000 KVA, correspondiente al 80% del consumo, para mantener operativos los servicios vitales. Pero actualmente cuatro de esos cinco centros tiene acceso apenas a 1.500 KVA.
Para Cabas la deficiencia eléctrica en el sistema hospitalario solo podría resolverse con un plan integral de rehabilitación del sistema eléctrico. Además cuestionó las que tildó de “precarias medidas paliativas”, puestas en marcha hasta ahora para suplir las fallas, como la reparación de algunas de las plantas dañadas desde hace más de tres años y la instalación de generadores donados por organismos internacionales mediante ayuda humanitaria.
“Los hospitales tipo III y IV requieren de dos o más generadores de 1.500 KVA cada uno, en casos de emergencia, dadas sus dimensiones y la capacidad instalada. La reserva es importante en todo sistema, pero es lamentable que, por la inestabilidad de la red eléctrica nacional, se usen como reemplazo del suministro”, expuso.
En su análisis, actualmente los hospitales solo disponen de 25% de la demanda de electricidad que requieren en unidades de respaldo en casos de fallas eléctricas. Esto implica que durante una emergencia los centros asistenciales de gran tamaño solo contarían con corriente para muy pocos servicios y por pocas horas.
“La mayoría de los hospitales solo dispone en promedio de un generador y sin un manejo eficaz porque no se les hace mantenimiento. Estas máquinas pueden trabajar por 96 horas continuas, hasta que necesiten una carga de diesel”, detalló.
Cabas actualmente está en el exilio, después de que en julio de 2019 el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, pidiera se le investigara por sus alertas sobre las condiciones del sistema eléctrico nacional.
La mayoría de los hospitales solo dispone de un generador y sin un manejo eficaz, porque no se les hace mantenimiento
Winston Cabas, ingeniero electricista
Error fatal
En el Hospital Universitario de Caracas (HUC), la falla estructural en el sistema eléctrico dentro de los hospitales quedó en evidencia dos meses antes del apagón del 7 de marzo de 2019.
Alrededor de las 7:00 pm del sábado 12 de enero, una falla de generación en el circuito que surte a la parroquia San Pedro interrumpió de forma súbita el flujo eléctrico en las instalaciones integradas al campus de la Universidad Central de Venezuela.
El estado de obsolescencia y deterioro de las plantas eléctricas impidió que las unidades se activarán ante la fluctuación de energía y todo el edificio quedó a oscuras. Con el bajón se apagaron las vidas de dos pacientes internados en el área de Cuidados Intensivos, recordó Dayana Pérez Marcano, familiar de Eduan Pérez, uno de los dos fallecidos esa confusa noche.
“Cuando nos dijeron que Eduan se había muerto ya el Sebin había tomado el hospital. Tuvimos que esperar casi una semana para que nos entregaran el cuerpo. A ciencia cierta nunca se supo cuántas personas más murieron por la falta de luz de ese día, unos dicen que más de seis”, repasó.
El fatal episodio en el HUC estuvo precedido por otros de similar índole. En diciembre de 2018 el entonces director del hospital, José Fernando Alvarado, realizó una fiesta privada de fin de año en la que se contrató un grupo de samba que, garotas incluidas, tomaron el despacho del funcionario. El 9 de enero trabajadores filtraron fotos del festejo y denunciaron el desvío de fondos. Ante la presión de los hechos, Alvarado y Pablo Castillo, subdirector del centro de salud, fueron destituidos.
Este despido ocurrió cinco semanas antes de que la falla eléctrica nacional ocasionara la muerte o daños en la salud de un número aún indeterminado de pacientes recluidos. La oscuridad con la que el gobierno manejó esta emergencia se replicaría en el prolongado corte de marzo.
Denis Guedez, delegado del Sindicato de Trabajadores de Hospitales y Clínicas y trabajador del HUC, denunció que la nueva directiva interina no ha desarrollado ninguna medida para disminuir el déficit de energía ante una emergencia, desde el restablecimiento del suministro eléctrico.
Apenas en la última semana de febrero la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) activó una planta eléctrica. El generador marca Perkins, de fabricación británica, tiene una capacidad de 1.317 KVA y solo fue dispuesto para alimentar las llamadas áreas críticas de ese centro asistencial.
EN NINGUNO DE LOS HOSPITALES CON MÁS DE 300 CAMAS INSTALADAS ESTÁ GARANTIZADO EL FUNCIONAMIENTO DE LOS SERVICIOS DURANTE UNA EMERGENCIA
“Tardaron 10 meses en poner a andar una planta, que sustituyó a una de las cuatro que están dañadas. El hospital requiere al menos dos plantas más como la que instalaron para mantenerse funcionando en una emergencia. No se puede depender de Corpoelec. Las fallas eléctricas aquí ocurren casi todos los días”, alegó.
El HCU posee una capacidad instalada de más de 1.100 camas, aunque en la actualidad los cupos disponibles apenas llegan a 50%.
Infancia en intermitencia
El Hospital de Niños José Manuel de los Ríos es el centro de salud caraqueño que presenta peor situación en cuanto al abastecimiento de electricidad. “Desde marzo de 2019 los apagones se hicieron costumbre”, sostuvo entre lamentos Vietnam Vera, recientemente elegido vicepresidente de la Sociedad de Médicos del pediátrico.
En la segunda quincena de febrero de este año la intermitencia del servicio obligó a los especialistas a realizar su trabajo a oscuras durante tres noches. La planta eléctrica instalada a propósito de la larga interrupción de marzo de 2019, les fue cambiada cuatro meses después y el reemplazo funciona a medias en solo dos de los cuatro pisos en los que se atiende a más de 600 niños al día.
“Ya no sabemos qué falla más si el agua o la luz. Cada mes ocurre como mínimo una caída de tensión. Las fluctuaciones más constantes desde marzo. Esto representa un riesgo para los niños hospitalizados y las pocas intervenciones que se logran hacer. En un hospital la provisión de luz puede hacer la diferencia entre salvar a un paciente o verlo morir”, puntualizó.
José Garibaldi Soto, médico del servicio de Medicina II, añadió que la institución pediátrica más antigua del país, con 83 años de fundada, opera en permanente contingencia, sin saber cuánto más podrán continuar abiertos.
“La electricidad era el único recurso que no era escaso hasta el año pasado. Ahora hay déficit de personal, de agua, de equipos, de material e insumos. La capacidad de atención está muy mermada. Pero las ganas de prestar servicio son proporcionalmente inversas a la insuficiencia de la planta eléctrica”, manifestó.
La oscurana parece cosa común entre los pasillos de la edificación, situada al final de la avenida Vollmer al noroeste de Caracas. La falta de la lámparas en algunos departamentos hace difícil para muchos de las madres y representantes de los internos distinguir cuando hay luz. Una sensación se tomado el lugar. “Es como si quisieran apagar el hospital”, criticó una de las madres.
A 40 minutos de la muerte
El estado de funcionamiento de la electricidad y de unidades de respaldo ante contingencias es medianamente bueno en los hospitales de Lídice Dr. Jesús Yerena, Dr. José Gregorio Hernández en Los Magallanes de Catia y Dr. Miguel Pérez Carreño de La Yaguara, ubicados al oeste de la ciudad. No obstante, la respuesta está lejos de ser la óptima para las necesidades de los hospitales.
Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Profesionales de la Enfermería del Distrito Capital, explicó que en esas tres instituciones las plantas eléctricas, aunque operativas, tardan en promedio hasta 40 minutos en reponer la deficiencia de electricidad ante una pérdida de carga.
Ya no sabemos qué falla más si el agua o la luz. Cada mes ocurre como mínimo una caída de tensión. Las fluctuaciones más constantes desde marzo. Esto representa un riesgo para los niños hospitalizados
Vietnam Vera, vicepresidente de la Sociedad de Médicos del J. M. de los Ríos
“Tardan mucho en arrancar y en un hospital ese es tiempo vital. En los bajones de luz, que ya son cotidianos, los sistemas han respondido, pero esto no debería ocurrir. Esos tres centros están mejor que en la mayoría de los hospitales, aunque esto no significa que sean las condiciones exigidas”, aclaró.
Mauro Zambrano, dirigente sindical de Hospitales y Clínicas de Caracas, atribuyó a la falta de planificación y desidia gubernamental el que no se haya implementado un plan articulado que asegure el fluido abastecimiento de electricidad en centros de salud.
Zambrano insistió en que a un año del apagón, que reveló las deficiencias eléctricas en la red hospitalaria nacional, la emergencia ha sido apenas atenuada.
“El cambio de ministros y directivas no significó un cambio en las políticas públicas del sector salud. En ningún hospital de Caracas está completamente garantizada la electricidad como un recurso para ayudar a un paciente a recuperar su salud. El sistema eléctrico está tan enfermo como el hospitalario”, aseveró.
El Pitazo intentó infructuosamente contactar, por vía telefónica y a través de su despacho, al viceministro de Hospitales desde quince días antes de la publicación de este trabajo, para conocer si existe un programa que asegure la instalación de generadores eléctricos.
Desmantelados
En la respuesta humanitaria de la Cruz Roja Venezolana se incluyeron plantas eléctricas de 45 KVA como parte del plan de asistencia. Los 15 generadores entregados en 10 hospitales como Ana Francisca Pérez de León II, en Petare, y el. Dr. Ricardo Baquero González, en el Periférico de Catia, ambos de menor dimensión que los visitados para este trabajo, suplen apenas 3% de los requerimientos operativos en cuanto a electricidad.
A la par de la insuficiencia eléctrica en los edificios recorridos se constató el grado de abandono de las instalaciones eléctricas. Muchas de las plantas de anteriores sistemas de contingencia yacen inservibles cual chatarra, como el caso del HCU.
En casi todos los pasillos principales es notorio el desmantelamiento del cableado y el sistema de transmisión, sin lámparas ni paneles de control. Quizás como alegoría de un sistema hecho ruinas, sin control, ni posibilidad de ser auditado. Óxido y olvido como evidencia del cortocircuito que hace un año reveló que la crisis hospitalaria en Venezuela está lejos de ver la luz al final del túnel.
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