jueves, 7 de mayo de 2020

Obedeces a Dios Confiando en Dios




“Pero (José) no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo, a quien le puso por nombre Jesús”.  Mateo 1:25 (NVI)
Algunas personas son buenas en lo inmediato. Pueden saltar directamente a cualquier cosa, pero no son buenos en “seguir constantes”. Y otras personas son buenas para persistir, pero les toma mucho tiempo llegar allí.
Para vivir la excitante vida de fe que Dios planeó para ti, necesitas ser bueno en ambas, la inmediata y la persistente. Y ambas cosas requieren que te mantengas confiando.
José no entendió lo que significaba para Jesús tener un nacimiento virgen; No entendía que Jesús sería Dios en carne humana. Pero él sabía lo que Dios le dijo que hiciera, así que José siguió confiando. Era un recién casado que no tuvo una luna de miel, y su nuevo matrimonio no era algo como lo había planeado, pero seguía confiando.
¿Qué vas a hacer cuando la vida no funcione como planeaste o como querías?
Siempre me animo por lo que el apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 4:8, “Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no nos aplastan. Estamos perplejos, pero no caemos en la desesperación” (NTV).
No sé por qué algunas personas son diagnosticadas con cáncer terminal. No sé por qué algunos hijos se rebelan tanto contra sus padres. No sé por qué suceden tantas cosas que no tienen sentido. Pero, es alentador escuchar a uno de los más grandes hombres de fe decir: “No sé por qué suceden las cosas como pasan, pero yo todavía elijo no darme por vencido”.

Imagen
devocional de Rick Warren
Es bueno saber que podemos confiar en Dios y que Él sabe cosas que nosotros no sabemos. Él ha prometido que un día pondrá todo en orden. Un día reunirá a todos los que confían en Él.
Hasta entonces hay dos maneras de vivir tu vida. Puedes vivir con la sensación de que Dios te debe una explicación o puedes vivir dándote cuenta de que Dios te ha dado grandes regalos.
Si vives la vida sintiéndote como que Dios te debe una explicación, sólo terminarás en un constante estado de amargura, porque Dios no te debe nada.
Pero, aunque no te debe nada, te ha dado todo. Te dio su propio Hijo. Te dio el regalo de la vida eterna. Te dio la promesa de estar con Él para siempre. Esos son grandes regalos. 
Reflexiona sobre esto: 
  • ¿Confías en Dios por las cosas que no entiendes? ¿Cómo es eso evidente en tu vida?
  • ¿Qué grandes dones te ha dado Dios?
  • ¿Cómo es que recordar los dones que te ha dado Dios te ayuda a recordar como confiar en Él?

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