“Fue por la fe que Moisés salió de la tierra de Egipto sin temer el enojo del rey. Siguió firme en su camino porque tenía los ojos puestos en el Invisible”. Hebreos 11:27 (NTV)
A veces no tengo ganas de ser amable con todos. No tengo ganas de servir a los demás. Quiero simplemente acostarme en el sofá y ver televisión, no quiero hacer nada más. No quiero manejar otro problema. Pero solo porque no lo siento, no significa que no debería hacerlo.
Esto realmente te sorprenderá: a veces no tengo ganas de orar ni leer mi Biblia. Pero lo hago. Descubrí que si el único momento en que oro es cuando tengo ganas, el diablo se va asegurar de que nunca tenga ganas. De igual manera si la única vez que leo mi Biblia es cuando tengo ganas, el diablo también se va asegurar de que nunca tenga ganas. La madurez espiritual se logra cuando vives tu vida por tus compromisos, no por tus sentimientos.
La diferencia entre las personas exitosas y las que no tienen éxito, es que las personas exitosas están dispuestas a hacer lo que las personas fracasadas no tienen ganas de hacer. Desarrollan hábitos. Ellos se mantienen comprometidos.
No llegas a los Juegos Olímpicos simplemente por querer, llegas a los Juegos Olímpicos entrenando horas y horas, aunque muchas veces no te apetecía entrenar. No te conviertes en un maestro de la música sin horas y horas de ensayo, que probablemente no tenías ganas de hacer todo el tiempo.
De la misma manera, no te conviertes en un hombre espiritualmente maduro o una mujer espiritualmente madura simplemente haciendo lo que sientes.
Los hombres y mujeres de Dios, eligen desarrollar los hábitos que producen fe en sus vidas. No es más fácil que entrenar, o hacer dieta o ensayar, o cualquier otra cosa que pueda ser buena para ti, pero que no tienes ganas de hacer.
¿Cómo se desarrolla este tipo de persistencia?
La clave es no mirar tu problema, sino enfocarte en Dios. Probablemente el mejor ejemplo de persistencia en la Biblia es Moisés. Durante 40 años, lideró a un grupo de bebés que lloraban, peleaban, se quejaban y cuestionaban su liderazgo todo el tiempo en el desierto. Sin embargo, él nunca se dio por vencido.
Hebreos 11:27 dice: “Fue por la fe que Moisés salió de la tierra de Egipto sin temer el enojo del rey. Siguió firme en su camino porque tenía los ojos puestos en el Invisible” (NTV). Moisés “tenía los ojos puestos en el Invisible”. Moisés mantuvo sus ojos en Dios.
Mantén tus ojos en Dios. Si te enfocas en tu problema, te sentirás angustiado y deprimido. Si te enfocas en Dios, estarás confiado.
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Reflexiona sobre esto:
- ¿Recuerdas algo en lo que te diste por vencido porque era demasiado difícil o requería demasiado tiempo y trabajo?
- ¿Por qué a veces hacemos lo fácil en lugar de lo correcto?
- ¿Cuáles son algunas formas prácticas en que puedes mantenerte enfocado en Dios?
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