Maradona, mucho más allá del fútbol
El argentino, en debate permanente respecto a Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Messi, supera a todos en la proyección universal de este deporte
La muerte de Maradona ha reabierto el debate que siempre estuvo presente en vida del jugador y que el fútbol viene alimentando desde décadas. Una pregunta simple en su enunciado y compleja hasta lo irresoluble en su respuesta: ¿Quién ha sido el mejor futbolista de la Historia? [Opine]
Dentro de la imposibilidad empírica de establecer un común denominador de las diferentes épocas y condiciones en las que ellos se expresaron con el balón en los pies, y mucho más en deportes de equipo, está generalmente aceptado que la cumbre histórica del fútbol la personalizan Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona y Messi. Un europeo y cuatro sudamericanos. Y de éstos, tres argentinos. Que cada cual interprete el dato otorgándole, en la medida de lo posible, su cuota de casualidad y causalidad. Sólo dos de los cinco quedan ya vivos. Pelé, delicado por anciano. Messi, pletórico por joven.
En sus distintas características físicas y técnicas, los cinco elegidos reúnen similitudes definitivas. Todos son organizadores y goleadores. Futbolistas totales. Están ligados, además, y en calidad de artífices principales, a un club en el máximo esplendor de ciertos momentos de su historia y, en algunos casos, también una Selección. Di Stéfano, al Real Madrid. Pelé al Santos y, sobre todo, a la canarinha. Cruyff, al Ajax y a La Naranja Mecánica. Maradona, al Nápoles y la albiceleste. Messi, al grandioso, reciente y aún contemporáneo Barcelona. No pocos analistas acuden al baremo mundialista para ayudar a establecer las jerarquías. Así, entronizarían a Pelé y Maradona. Serían sólo subcampeones del mundo Cruyff y Messi. Pero el dato se debilita cuando se constata que Di Stéfano, por causas personales y geográficas, ni siquiera llegó a debutar en un Mundial. Estaba lesionado en el de Chile'62.
Puede que el conjunto de virtudes profesionales, que la regularidad en su aplicación y la continuidad en la excelencia sitúen a Li(e)onel Andrés Messi Cuccitini en el trono entre histórico e intemporal del fútbol. Pero nadie como Maradona contribuyó a su proyección universal. Lo engrandeció en la cancha, lo extendió más allá de su esfera puramente deportiva. Lo manchó con su ejemplo y, a la vez, lo purificó por el contraste entre la humana debilidad de la persona y la bondad intrínseca y eterna del balón.
Lo politizó a través de su trayecto ideológico, pero sin desposeerlo de su inocencia, de su neutralidad original. De su virginidad. Lo denunció y lo indultó a continuación. Lo bendijo siempre y por encima de todo. Y buscó en él, sin encontrarla, en una búsqueda inútil, una redención imposible. En realidad, sacó al fútbol de sus propios límites interiores e incluso de sus fronteras exteriores para, a través de una personalidad excesiva, distorsionada, elemental en su cesión ante los instintos más primarios y arrodillada ante las tentaciones más groseras, llevarlo a cada rincón de este mundo. Lo elevó a las estrellas por medio de una existencia en la que sólo el desorden mantenía su constancia suicida.
Consciente de su fragilidad, sentenciado por la vida, quizás Diego siempre imaginó que el fútbol, en su infinita bondad, lo absolvería.
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