domingo, 28 de febrero de 2021

Es bueno que los jóvenes compartan su tiempo con personas mayores

 



Violeta Tejera - publicado el 28/02/21

A priori puede parecer que los jóvenes que dedican una parte de su tiempo a acompañar a personas mayores es una simple obra de caridad o voluntariado, pero es mucho más

Jóvenes y mayores están afectados por lo que el Papa Francisco denomina “cultura del descarte”. Por eso, ese tiempo que pasen juntos es una fuente de riqueza mutua.

La Cultura de la Acogida

La “cultura del descarte” no solo afecta a los pobres y grupos vulnerables; afecta grave y tristemente a los ancianos que según el Papa son constantemente relegados del cuerpo social en el marco de la cultura occidental actual. En situación parecida están los jóvenes a los que “no se les acepta” o se les explota laboralmente para conseguir el máximo beneficio de talento y energía al menor precio posible.

Frente a esta forma de discriminación, el Papa Francisco nos exhorta a practicar la “cultura de la acogida”: dar nuestro tiempo y espacio al otro superando todo tipo de prejuicios. ¿Cómo podemos ponerlo en práctica?: Uniendo, en este caso, a jóvenes con mayores.

¿Qué aportan los jóvenes a los mayores?

Los jóvenes dan vida:

  • Contagian de energía y optimismo a los que tienen alrededor.
  • Despiertan la inquietud por hacer cosas.
  • Son capaces de hacer que los mayores se activen y se sientan queridos.
  • Les hace saber que importan a otros, que pueden ser su guía.

Sin darnos cuenta, con las palabras de un joven se pueden inspirar sentimientos y ganas de hacer algo que quizá por su propia iniciativa o situación, los ancianos solos no harían.

Importan y aportan

Al preguntarles por algo les estimularemos a levantarse, mirarlo y seguramente hacer cosas nuevas que no se les habría ocurrido. Los jóvenes se convierten en su motor. Perciben que sí importan y que sí aportan.

¿Qué aportan los mayores a los jóvenes?

En la cultura actual muchos jóvenes andan perdidos, rodeados de preguntas y tratando de encontrar su sitio en una sociedad con demasiados estímulos. Entablar una conversación con una persona mayor les hará conocer de dónde vienen, saber que están ahí gracias a lo que hicieron otros antes.

TABLET
Shutterstock | Prostock-studio
Jóvenes y ancianos se enriquecen al conocerse y quererse.

Como dice el Papa, escuchar a los mayores  es escuchar el testimonio de la memoria colectiva, la raíz de una cultura, de una tradición. Ellos han labrado el camino por el que ahora andamos y su testimonio es luz para nuestro conocimiento.

Es lo que une, por ejemplo, a los nietos con los abuelos. Ven en ellos una fuente de amor, sabiduría y ejemplo. Son esos que están ahí antes de que ellos llegaran y que por sus arrugas o canas corre todo lo que la vida les ha enseñado.

Una llamada de teléfono

Hoy en día, con la pandemia hay mucha gente mayor sola, no tienen la familia cerca, no pueden juntarse con ellos, han perdido a su compañero de vida o simplemente aunque rodeados de otros, se sienten solos.  Los contactos sociales están limitados y sobre todo para los mayores que son los más vulnerables. Por ello proponemos unirles a través, por ejemplo, del teléfono.

Campaña Nadiesolo

Es lo que ha puesto en marcha la campaña Nadiesolo de la ONG Desarrollo y Asistencia. Proponen hacer una llamada a los ancianos solos para ver cómo están, qué han hecho en el día o simplemente escuchar lo que nos quieran contar. Saber si les ha llamado hoy su médico y hacerles sentir que lo que a ellos les inquieta o les gusta a ti te interesa.

Al preguntarles por algo les estimularemos a levantarse, mirarlo y seguramente hacer cosas nuevas que no habrían pensado por ellos solos. ¿Has regado las plantas?, ¿qué tienes hoy para comer? o ¿has llamado al médico? Pueden ser algunas de las preguntas diarias e inocentes que despierte en los mayores las ganas por hacerlo. Ya hemos conseguido algo. Hacerles sentirse queridos, saber que alguien se preocupa por ellos. El tiempo requerido es mínimo 2 horas 1 día a la semana.

Visitas y conversación

Poderles visitar y pasar tiempo con ellos es lo que más les reconforta. Acompañarles al médico o simplemente dar un paseo es todo un regalo para ellos.

Ahora, en plena pandemia, saludarles desde la lejanía del descansillo o a través de la ventana les hace sentir que, a pesar de su edad, cuentan para otro.

Hacerles la compra es también un pequeño gesto que les permite seguir en su día a día. En definitiva: es ayudar a los que ahora tienen menos fuerzas pero más sabiduría.


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