miércoles, 18 de mayo de 2022

Rafael Palmeiro, un triste final

 


POR Mari Montes

Salvo la membresía en el club de los que han conectado 3 mil hits y 500 jonrones, además de jugar en primera base y ser latinoamericanos, no hay mucho más en común en las historias de Rafael Palmeiro y Miguel Cabrera.

Palmeiro acumuló 3.020 inatrapables de por vida, Cabrera lo dejó atrás con un sencillo el lunes 16 de mayo, en el Tropicana Field de Tampa.  Lo desplazó del puesto 29. Cada vez que avanza en la lista histórica de hits, nos obliga a indagar sobre el nombre que supera.

La carrera de Rafael Palmeiro se derrumbó a última hora, literalmente.

Jugó 20 temporadas en las Grandes Ligas, se uniformó con los Cahorros de Chicago, Rangers de Texas y Orioles de Baltimore; dio 569 batazos de vuelta completa y 3020 imparables;  ganó tres Guantes de Oro como inicialista de 1997 a 1999.

En las postrimerías de su trayecto, actuó también como bateador designado. Fue invitado cuatro veces al Juego de las Estrellas. Reconocido como uno de los mejores bateadores de su tiempo, iba embalado al Salón de la Fama después de su retiro.

Tal vez por haberlo seguido desde su llegada al béisbol de Grandes Ligas, recuerdo y revivo el desencanto de lo que pasó en ese final inesperado.

Rafael Palmeiro no había dado de qué hablar negativamente hasta que fue mencionado en el libro de José Canseco, quien aseguró haberle inyectado esteroides, a él y a otros de sus compañeros.

La decisión del Comisionado de entonces, Bud Zelig, fue desechar lo dicho por el slugger cubano, sin embargo el escándalo desatado terminó en una investigación del Congreso.

Rafael Palmeiro nació en La Habana, Cuba, el 24 de septiembre de 1964. Es el tercero de los cuatro hijos de María Corrales y José Palmeiro. Sus hermanos se llaman: José, Jr., Rick y Andy. José, Jr. es 13 años mayor que Rafael, Rick, dos años mayor y Andy, dos años menor.

La historia familiar es similar a las de miles de cubanos que llegaron al Sur de Florida huyendo de la dictadura castrista, buscando calidad de vida y oportunidades. Se establecieron en Miami en 1971.

En un artículo de Ralph Caola para la Sociedad Americana de Investigación del Béisbol (SABR), publicado en enero de 2021, se lee: “Cuando se fueron, a José, Jr., de 19 años en ese momento, no se le permitió salir porque estaba obligado a servir en el ejército cubano. Aunque se mantuvieron en contacto, pasarían 21 años hasta que pudieron reunirse”.

Su forma atlética, disciplina e inteligencia, pronto lo hicieron destacar en el Jackson High School de Miami, fue seleccionado por los Mets de Nueva York en la octava ronda del Draft amateur de junio de 1982.

Cuenta la semblanza de Ralph Caola, que le ofrecieron una beca completa para la Universidad Estatal de Mississippi,  así que decidió ir a la universidad: “Los Mets me ofrecieron $30.000 por firmar, pero no puedes rechazar cuatro años de universidad por $30.000”.

Como estudiante de primer año, Palmeiro comenzó la temporada con una racha de  20 juegos conectando hits, la segunda más larga en la historia del estado de Mississippi. Como jardinero, lideró a los Bulldogs en promedio de bateo (.406) y jonrones (18),  impuso el récord universitario de hits en una temporada (95),  y fue el único estudiante de primer año seleccionado para el Baseball America College All-America. Los reportes indicaban el talento, sus capacidades y su preparación para jugar béisbol.

Había hecho bien su trabajo José Palmeiro, su padre, cuando dedicaba horas a su entrenamiento, cuando volvía de trabajar.

Continúa Caola: “Al año siguiente, Palmeiro lideró la Conferencia del Sureste (SEC) con un promedio de bateo de .415, 94 carreras impulsadas y un récord de 29 jonrones, convirtiéndose en el primer jugador de la SEC que ganó la Triple Corona.  Su compañero de equipo Will Clark,  estaba justo detrás con 93 carreras impulsadas y 28 jonrones. Sus 57 vuelacercas combinados fueron la mayor cantidad para compañeros de equipo en la historia de la SEC. El dúo se hizo conocido como «Trueno y Relámpago».  Aunque no ganó, Palmeiro fue nominado al premio Golden Spikes, otorgado al mejor jugador universitario del país.  Como junior, Palmeiro tuvo su temporada más pobre, bateando solo .300 con 20 jonrones y 67 carreras impulsadas.  A pesar de eso, estableció récords de carrera de la SEC en hits, jonrones y carreras impulsadas.”

Sus estadísticas están en thebaseballcube.com y explican por qué es miembro del Salón de la Fama de  la Universidad Estatal de Mississippi desde el 11 de octubre de 2008 y desde 2009 pertenece al Salón de la Fama del Béisbol Universitario Nacional.

Era fenomenal, su nombre estuvo nuevamente  en el DRAFT de las Grandes Ligas. Fue elegido en la ronda 22 por los Cachorros, algo que lo decepcionó.

Desde 1985 hasta 1987,  avanzó a través del sistema de ligas menores de los Cachorros y en cada categoría tuvo un promedio de bateo superior a .290, con  un OPS superior a .800.

Hizo el grado en septiembre de 1986 en las Mayores, pero comenzó la temporada siguiente en Triple-A. A mediados de junio, se ganó un lugar con el equipo grande, terminó bateando .276, con un OPS de .879.

El resto de la historia se puede contar en números, con sus registros oficiales en el sitio web de MLB. Esos dígitos cuentan la trayectoria de un jugador élite en la élite. Uno de los primeros  latinoamericanos que puso su nombre en el selecto club de los 3 mil hits y 500 jonrones.

Era competitivo, si aceptamos la versión de Canseco y la prueba en la cual dio positivo de una sustancia para mejorar el rendimiento, “la competitividad” fue la razón, tomó el riesgo de violar las normas para seguir jugando.

La amenaza de la edad, la aparición natural de talento joven, de reemplazos, en especial en aquellos años denominados “la era de los esteroides”, en la que parecía tan fácil dar jonrones, se juntó con la tentación de recurrir a ellas para extender la carrera y ganar más dinero.

Sin embargo, Rafael Palmeiro insiste en que jamás usó sustancias de ayuda a sabiendas.

Su talento para jugar béisbol es indiscutible, sus capacidades para ser excelente se refleja en sus números vitalicios; en la escuela secundaria, en la universidad, en las Ligas Menores y en las Grandes Ligas.

Rafael Palmeiro no necesitaba esos extras para estar por encima del promedio, para ser uno los mejores de su generación, pero la sombra de la duda existe. Es un hecho que dio positivo de Estanozolol, un esteroide prohibido.

Extraigo algunos párrafos de la investigación de Caola.

“El comienzo del fin de Palmeiro llegó cuando los escritores y fanáticos comenzaron a sospechar que los jugadores usaban drogas para mejorar el rendimiento (PED). A fines de la década de 1990 y principios de la de 2000, las versiones infladas de Barry Bonds, Mark McGwire y Sammy Sosa, se convirtieron en máquinas de jonrones que batieron récords. (Aunque MLB había prohibido los esteroides en 1991, no fue sino hasta 2003 cuando finalmente se comenzó a hacer pruebas a los jugadores y aplicar suspensiones por dar positivo).”

Lo que ocurría con el uso de esteroides fue tan alarmante, que incluso el presidente George W. Bush condenó su uso en su discurso sobre el Estado de la Unión de 2004.

Usar sustancias de ayuda no es solo una trampa, no solo es tomar ventaja sobre otros. El consumo de estas drogas afecta la salud, puede causar la muerte. Aún hoy se combate, aún hoy dan positivo y hay reincidentes, imaginemos cómo fue en aquellos días sin control.

En febrero de 2005 se armó el escándalo con la publicación de libro del ex Jugador Más Valioso de la Liga Americana, José Canseco:  Juiced, donde el jonronero mencionó varias estrellas de la MLB que, según dijo, habían usado esteroides; uno de ellos fue Rafael Palmeiro.

Según él, cuando fueron compañeros de equipo en Texas, inyectó a Palmeiro “muchas veces”.

A raíz de las revelaciones de Canseco, Palmeiro fue invitado a la audiencia del Congreso el 17 de marzo de 2005. En principio se negó, porque ese día es el cumpleaños de su esposa. Después de eso, la cortés invitación del Congreso fue sustituida por una citación. No podía excusarse.

Inolvidable su comparecencia.

Fotografía de Mark Wilson | Getty Images North America | Getty Images via AFP

Dieron la vuelta al mundo de los deportes las imágenes de Palmeiro señalando con el dedo índice a los congresistas: “Permítanme comenzar diciéndoles esto: nunca he usado esteroides, punto. No sé cómo decirlo más claramente que eso. Nunca. La referencia a mí en el libro del señor Canseco es absolutamente falsa. Estoy en contra del uso de esteroides. No creo que los atletas deban usar esteroides, y no creo que nuestros hijos deban usarlos”.

A los días de esto, el 4 de mayo, respondiendo a la política antidopaje de MLB, fue seleccionado para una prueba aleatoria y sin previo aviso. Dos semanas después, se le informó que había dado positivo por el esteroide estanozolol.

Recuerda Caola que “Palmeiro presentó una segunda muestra, el 27 de mayo, que resultó negativa para todas las sustancias prohibidas. El estanozolol inyectado es detectable durante aproximadamente tres a cuatro semanas, tomado por vía oral, solo de siete a 10 días. Palmeiro cuestionó el resultado positivo de la prueba, alegando que si había esteroides en su cuerpo, no tenía idea de cómo habían llegado allí. Su audiencia de arbitraje de quejas comenzó el 16 de junio. Varias cosas surgieron en el arbitraje que respaldan su afirmación de que nunca tomó esteroides a sabiendas. Dio negativo en 2003, 2004 y después de su prueba positiva en 2005.  Los médicos y entrenadores asociados con los Rangers y los Orioles testificaron que nunca vieron a Palmeiro usar esteroides ni tenían ninguna razón profesional para creer que lo había hecho. Uno señaló que Palmeiro nunca desarrolló el cuerpo inflado típico de un usuario de esteroides”.

Entonces surgió otra situación con él, a raíz de sus argumentos para explicar cómo debió tomar la droga sin saberlo. Según él supone,  pudo consumirla con la vitamina B-12 contaminada con el esteroide. Le dijo al panel que la había obtenido de su compañero de equipo Miguel Tejada, pero cuando sus representantes hicieron analizar el complejo B-12 del lote de Tejada,  no se encontraron rastros de estanozolol, ni de ninguna otra sustancia prohibida. La apelación de Palmeiro fue rechazada.

El señalamiento de Palmeiro sobre Tejada cayó muy mal en los Orioles. “Estoy decepcionado si eso es cierto”, dijo Jay Gibbons “No creo que ayude decir que otro compañero de equipo te dio algo. Creo que tienes que mirarte en el espejo y asumir la responsabilidad de tus acciones”. 

Palmeiro cumplió su suspensión de 10 días del 1 al 10 de agosto. Regresó a la alineación de los Orioles el 14 de agosto, a los dos días se perdió cinco juegos por molestias en la rodilla y el tobillo derechos. Volvió el 24 de agosto, y en cinco desafíos se fue de 18 nada.

Todas las sombras cayeron sobre el hit 3 mil que había conectado días atrás, el 15 de julio.

La última vez que salió a un terreno tuvo que usar tapones para los oídos, para no escuchar los abucheos que le dirigían los aficionados rivales.

Un triste final para un hombre que tuvo todo para terminar en el Salón de la Fama de Coorpestown.

En una entrevista dada en abril de 2016, Palmeiro rompió el silencio de más una década. Conversó con Flinder Boyd de FoxSports.com sobre su carrera y su caída en desgracia.

Él negó desafiantemente su uso de esteroides en Capitol Hill en marzo de 2005, pero en agosto de ese año, se reveló que había dado positivo por estanozolol.

Se mantuvo firme en que su prueba fallida se debió a un «frasco de vitamina B-12 contaminado que le inyectó su esposa y que le dio su compañero de equipo Miguel Tejada”. 

Acabamos de ver a Miguel Cabrera llegar al hit 3 mil. Escuchamos su alegría, el orgullo de haber podido alcanzar un número más que difícil. Por eso decía que solo tienen en común estar en ese club de los 3 mil hits y 500 jonrones.

Su recuerdo de ese momento es más que elocuente:

«Cuando llegué a segunda, no me sentía como una persona que acaba de conseguir 3.000 hits», le dijo Palmeiro a Boyd. «Sentí que, está bien, ahora tengo que prepararme para la destrucción».

El video refleja esa confesión, tal vez porque está muy reciente la alegría de Miguel Cabrera, el contraste es revelador. Él no lucía como un hombre feliz que acababa de inscribir su nombre en la historia.

La suspensión llegó dos semanas y media después, y Palmeiro estuvo  en siete juegos más. Se perdió algunos debido a una lesión, luego se retiró.

«Así es como terminó: sin anuncio, sin celebración. Me enviaron a casa. Así no es como imaginé que sería mi vida». 

Debo decir que somos muchos, quienes le vimos desde que llegó al béisbol, que tampoco imaginamos ese final, y es doloroso.

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