lunes, 26 de diciembre de 2022

Café Atlantique

Ilustración de Eddymir Briceño


POR Jonathan Gutiérrez

Café Atlantique es una de las 40 crónicas e ilustraciones que forman parte del libro Caracas 455: memorias de una ciudad perdida como un homenaje a la capital en su aniversario 455.


Caracas es una ciudad de contrastes. Tan solo dos semanas después de los sucesos de abril de 2002, en un contexto de agitación social y política, abrió sus puertas el Café Atlantique, en Los Palos Grandes: un restaurante tipo bistró, de ambiente sofisticado, que se convirtió en referencia de la gastronomía y la rumba durante más de una década.

Juan Carlos Pérez Febres, arquitecto, y Jonás Millán, matemático –dos jóvenes que para entonces tenían 26 y 23 años–, fueron los socios que emprendieron esta aventura en la planta baja de una joya arquitectónica de la ciudad, el Edificio Atlantic, diseñado por el arquitecto italiano Angelo di Sapio y construido en 1957. Adaptaron un bar, un lounge y un comedor de vanguardia con un mobiliario de diseño con piezas icónicas de Arne Jacobsen, Fritz Hansen y Harry Bertoia.

En el día era un café tranquilo. Al poeta Eugenio Montejo, vecino del barrio, se le podía ver sentado en una de las mesas. Al mediodía acudían embajadores y empresarios para almorzar algún plato del menú ejecutivo, elaborado por el chef francés Laurent Cantineaux. Incluía, entre otras opciones, crema de caraotas rojas con vino tinto, «lardons» y espuma de ajo. En la noche, el Café Atlantique se transformaba en un animado bar en el que se servían tragos sobre una barra de tope azul luminoso, obra del escultor Marcos Salazar.

El actor Edgar Ramírez y el director Gustavo Dudamel eran habituales visitantes. Por ahí pasaron la modelo Naomi Campbell, el cantautor uruguayo ganador del Oscar, Jorge Drexler, el músico brasileño Caetano Veloso, y rumbeó hasta el amanecer el actor Wilmer Valderrama, quien interpretaba a Fez en la serie de televisión That ’70s Show.

—Pasada la medianoche allí ocurre la mejor rumba de la ciudad. Es un sitio de sincretismo, fiesta, ligue y goce. Allí convergen la bohemia, la élite sifrina caraqueña y la intelectualidad —comentó el arquitecto William Niño en Las noches de Caracas, un reportaje sobre la cultura urbana de la ciudad, publicado en la revista Dmente, y escrito por su editor, el periodista Eric Colón.

Este fue un recinto que hizo a Caracas una urbe aún más cosmopolita. Fue una experiencia compartida de continuo disfrute que se gozó mientras duró.


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