Nuestro Padre celestial quiere que nos sintamos seguros de nuestra relación con Él.
Los bebés recién nacidos tienen la maravillosa habilidad de quedarse dormidos en cualquier lugar, sin preocupaciones ni miedos. Nuestro Padre celestial desea que los creyentes tengamos la misma sensación de seguridad: quiere que estemos seguros de nuestra relación con Él por medio del Señor Jesús y confiados en su permanencia.
Pero ¿se ha fijado usted alguna vez en cómo cambia esa sensación de tranquilidad cuando los bebés comienzan a caminar? A menudo lloran por pequeñas molestias y no están dispuestos a separarse de sus padres. Su situación no ha cambiado. Tienen la misma seguridad y protección que cuando eran bebés, pero han perdido su sensación de seguridad.
¿No nos describe esto también en ocasiones, cuando no creemos en las promesas de nuestro Padre celestial? Desde el momento de la salvación, disfrutamos de una relación permanente con Dios, una relación que conservaremos para siempre. Sin embargo, a veces nos cuesta entender y aceptar ese regalo.
La certeza sobre la salvación no proviene de la aplicación de la lógica humana. Es una cuestión de fe. ¿Creemos lo que Dios dice, o no? Cada vez que se sienta vacilando, recuerde las palabras de 1 Juan 5.13: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna”.
Biblia en un año: Ezequiel 17-19
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