Ratisbona, Alemania. Fotografía por Charles F. Stanley |
A medida que buscamos la voluntad de Dios, Él nos proporcionará la sabiduría y fuerzas necesarias para enfrentarnos a cualquier oposición.
Cuando nos sometemos a Dios y le permitimos que reconstruya nuestra vida, podemos esperar oposición. Los esfuerzos de Nehemías por restaurar Jerusalén se vieron amenazados por Sanbalat y otros. De manera similar, tenemos un enemigo que intenta desanimarnos y distraernos. Cuando eso sucede, oremos como Nehemías: “Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos” (Neh 6.9).
El pasaje de hoy nos habla de un obstáculo que involucra a Semaías, un israelita que aconsejó a Nehemías que salvara su vida escondiéndose de sus enemigos (Neh 6.10). Este incidente sugiere que incluso las personas a las que pedimos sabiduría pueden a veces obedecer la voz del miedo e ignorar el panorama completo. Una vez que Nehemías se negara a escuchar el consejo, sus ojos se abrieron. Entonces vio a Semaías como lo que era: un falso amigo contratado por Sanbalat.
Cuando respondemos al llamado de asociarnos con Dios en la obra de renovación, podemos ceder a la angustia, o prestar atención a la voz que promete: “No te desampararé, ni te dejaré” (He 13.5). El Señor quiere que digamos “no” al miedo. Aunque podemos llegar a sentir desesperación frente el daño a nuestro alrededor y en nosotros, debemos aferrarnos a las promesas de Dios y confiarle nuestra vida a Aquel que hace nuevas todas las cosas.
Biblia en un año: 1 CRÓNICAS 13-15
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