Si prestas atención a lo largo de tu vida, verás a muchas personas que permiten que su ira los derrote.
Se enojan y dicen o hacen algo incorrecto. Seguramente hayas visto cómo la ira le cuesta a la gente trabajos, amistades, dinero, y la lista podría seguir.
No te dejes vencer por tu ira.
No le des a tu enemigo una victoria fácil. Una mente enojada nunca es una mente consciente y racional.
La mejor pelea es la que se evita.
He visto a muchos peleadores en torneos que peleaban bien hasta que perdieron la compostura.
Es bastante fácil darse cuenta cuándo un peleador ha perdido la compostura y ha cedido a su ira.
Sus golpes, en lugar de ser controlados y enfocados, se vuelven alocados y erráticos.
Sus patadas también se vuelven descuidadas y con frecuencia fallan su objetivo, mientras que al mismo tiempo lo dejan abierto a los contraataques de su oponente.
Pocas veces he visto a alguien ganar un enfrentamiento que haya permitido que su ira tomase el control de su pensamiento y sus acciones.
Lo más habitual es que la persona que pierde la calma pierde el enfrentamiento, junto con una parte de su dignidad y respeto.
Es un autoengaño creer que eres imparable cuando te enojas mucho.
Creo que si piensas en los momentos de tu vida en los que permitiste que tu ira controlara tus acciones, encontrarás que tu ira no te ganó ninguna victoria.
Todo lo contrario, el hombre enojado suele acabar derrotándose a sí mismo.
Un momento de paciencia, en un momento de ira, te salvará de cientos de momentos de arrepentimientos.
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