jueves, 26 de diciembre de 2019

Elvira Navarro: “Solo necesitas un poco de ansiedad para que lo normal te parezca amenazante”

‘La isla de los conejos’, destacado como el mejor libro español de relatos de 2019



La escritora Elvira Navarro, en Madrid.
La escritora Elvira Navarro, en Madrid. ANDREA COMAS
Elvira Navarro (Huelva, 1978) publicó La isla de los conejos (Literatura Random House) el 17 de enero, seis días después de que muriese su editor, Claudio López Lamadrid. Es desaparición está en todos los balances del año lo mismo que ese libro, una colección de 11 relatos que se mueven en la frontera entre lo normal y lo anómalo: de una pareja en crisis en un albergue desangelado a una madre muerta que abre una cuenta en Facebook para fiscalizar a su hija pasando por una avenida parisina en la que desaparece un tramo. La autora de libros como La ciudad en invierno o La ciudad feliz recuerda lo claro que López Lamadrid tenía su proyecto –“su catálogo es muy reconocible”- y destaca su “ambición de que hubiese una comunicación entre las dos orillas del Atlántico”. También su agudeza como lector: “Distancia de rescate, de Samantha Schweblin, es una brutalidad de novela corta que estaba dentro de un libro de relatos -el que luego sería Siete casas vacías- y fue Claudio el que le dijo que la publicara exenta. Fue todo un acierto porque es una pieza perfecta para leer sin más, sin que resuene entre otras”.
López Lamadrid solía decir que la literatura latinoamericana no interesa en España pero Navarro, devota de César Aira, matiza: “Parte de mi generación se ha formado con autores latinoamericanos, lo que pasa es que hay tanto libro que son escasamente visibles. No me creo eso de que se lee más que nunca. Se lee más, pero en Internet. Yo doy talleres de escritura y tengo alumnos que leen muchísimo, pero también los tengo que leen muy poco”. ¿Se puede ser un buen escritor sin leer? “Para nada”.
"No volvería a publicar el libro ['Los últimos días de Adelaida García Morales']"
A ella los cuentos suelen ocurrírsele cuando está “de viaje, caminando por sitios desconocidos, algo que se traduce en el escenario de muchos de ellos: lugares donde los propios personajes están fuera de contexto”. Eso le da pie a imaginar “hipótesis no tanto de vidas como de situaciones”. En La isla de los conejos, algunas de esas situaciones tienen que ver con lo que la narradora del primer relato llama, después de hacer abdominales con la ayuda de su novio, el lote romántico. “Ese lote”, explica Elvira Navarro, “sigue marcando nuestra visión de las relaciones y de la literatura. Con el tiempo me he dado cuenta de que el amor tiene más que ver con la voluntad de querer al otro y de establecer una relación constructiva que con ese romanticismo en el que hemos sigo educados. Tienes que pasar la travesía del desierto para ver que es un error. Partes de un a priori: el amor tiene que ser así, me tiene que pasar esto, tengo que sentir aquello, tengo que estar arrebata… ¡Así no se puede vivir! Cualquiera que tenga una relación se da cuenta de que el amor está en otro sitio. Aunque la protagonista de mi cuento todavía no lo tiene claro”.
En su novela La trabajadora, Navarro incluyó una cita en la que el escritor Luis Magrinyà habla de “realistas intoxicados”. ¿Se identifica ella con esa etiqueta? “Yo me considero una autora fundamentalmente realista, pero para mí la realidad no es más que un consenso sobre lo que llamamos real, por eso hay una disputa de relatos. El código realista no describe la realidad sino que la construye. En ese sentido, es una propuesta de ficción. El peligro no radica en tener conciencia de que hay mucho de construcción ficticia sino en no tenerlo. Si la tienes nunca vas a comprar del todo un relato, ni siquiera el tuyo propio. Además, cada uno de nosotros hacemos todo tipo de proyecciones. Solo necesitas un poco de ansiedad para que lo normal te parezca amenazante”.
"No es cierto que haya libros que merezcan la pena y permanezcan sin publicarse"
En 2016 Elvira Navarro publicó Los últimos días de Adelaida García Morales, un libro que sacudió las fronteras del realismo y desató una agria polémica con la familia de la escritora citada en el título. En La isla de los conejos aparece un archiduque real rebautizado con un nombre ficticio. Navarro reconoce que esta vez le cambió el nombre al personaje “por si acaso”. Y se ríe. No quiere hablar del “asunto”: “Lo dejaré en que me hizo replantearme muchas cosas”. Pocos días después de que Víctor Erice publicara en Babelia un duro artículo contra ella, la escritora declaró que “volvería a escribir el libro así y a publicarlo tal cual”. ¿Sigue pensando lo mismo? “Entonces estaba muy enfada. No volvería a publicar el libro, simple y llanamente. Hubo una confusión entre lo que era ficción y lo que era realidad, pero no quiero hablar de eso”.
Elvira Navarro abrió 2019 publicando libro nuevo y lo ha cerrado festejando el 15º aniversario de Caballo de Troya, el sello perteneciente el grupo Penguin Random House en el que publicó su primera obra y en el que ella misma ejerció como directora invitada cuando, en 2015, se jubiló Constantino Bértolo. Allí dio a conocer títulos como El comensal, de Gabriela Ybarra, o Yosotros, de Raúl Quinto. ¿Aprendió algo que no supiera? “Que es muy difícil encontrar buenos manuscritos. Y que no es cierto que haya libros que merezcan la pena y permanezcan sin publicarse”.



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