Batres es una de esas localidades en las que el coronavirus ha pasado de largo. Este municipio del sur de Madrid, situado en pleno Parque Regional del río Guadarrama, luce con orgullo el letrero de que en los últimos 14 días no ha habido ningún contagio.
Este pueblo, cuna de Garcilaso de la Vega, forma parte del dream team de 20 localidades madrileñas sin casos de Covid desde hace 15 días, según el informe epidemiológico de la Comunidad de Madrid. Y es la única, junto con Rozas de Puerto Real, situada al sur de la región.
La inmensa mayoría de los pueblos libres de contagios se sitúan al norte de Madrid: Somosierra, Robregordo, Gascones, Braojos, La Acebeda, Ribatejada, Redueña, Pinilla del Valle, Torremocha del Jarama, Cervera de Buitrago, El Atazar, Puebla de la Sierra, La Hiruela, Horcajuelo de la Sierra, Madarcos, Horcajo de la Sierra-Aoslos y Prádena del Rincón. A los que hay que añadir Olmeda de las Fuentes y Corpa, localizados al este de la Comunidad.
Sin embargo, pese a los buenos resultados, en Batres nadie baja la guardia. Desde el sacerdote hasta la tendera, la camarera o la concejala, todos tiran del carro para combatir la expansión del virus.
«Lo más importante es la unidad. Todos trabajamos juntos: la panadera, el cura, la asociación infantil, los grupos de mayores... Si el cura tiene que hacer un acto, me llama y, desde el Consistorio, lo supervisamos todo», afirma Alicia Arcos, la concejala de Sanidad, que visita cada semana el centro de salud del municipio para tener la información de primera mano.
CALLES DESIERTAS
Este pueblo, de cerca de 2.000 habitantes, cumple a rajatabla el primer mandamiento para luchar contra el Covid: salir de casa lo menos posible. A media mañana, la localidad está desierta. Cuesta encontrar un alma para preguntarle por los datos positivos de Batres.
Tan sólo Isidora Gallego se acerca al bar a tomarse un café con churros. «Antes salía a caminar y me iba a Griñón en transporte público. Ahora no cojo autobuses. Sólo salgo a por el pan. Todos tenemos el máximo cuidado», narra Isidora, mientras engulle los churros uno a uno.
En la barra trajina Marcela Panait, de origen rumano, encargada del único bar del municipio. Tal vez ésa sea otra de las claves del bajo índice de contagios: «En este pueblo, la gente cumple las normas. Ni se fuma en la terraza ni a la entrada. Las mesas en la terraza las pongo a dos metros de distancia porque tengo espacio de sobra. Nadie se ha puesto borde con las medidas».
El modelo urbanístico de esta localidad, que linda con la provincia de Toledo, también ha jugado a su favor. La mayoría de las viviendas son chalés construidos a lo ancho, con lo que hay mucha dispersión y prima el aislamiento.
No hay duda de que la geografía de Batres es muy peculiar. El pueblo está dividido en dos: por un lado, se encuentra el casco urbano, que cuenta con un castillo donde vivió el poeta Garcilaso de la Vega. Por otro, están las urbanizaciones Cotorredondo y Montebatres, que se ubican a tan sólo siete kilómetros de distancia a través del campo, pero que, al tratarse de un parque natural, hay que dar un rodeo de 23 kilómetros por carretera para acceder a ellas.
«Batres tiene un modelo urbanístico horizontal, al estilo californiano, lo que nos ha beneficiado. Contamos con núcleos aislados y pocas zonas comunes, por lo que hay escaso contacto entre los vecinos», argumenta el alcalde Víctor Manuel López Rodríguez, de Agrupación de Batres.
Sabe lo que se trae entre manos. Bombero de profesión, a López Rodríguez le tocó vivir en primera persona la oleada de víctimas por el Covid en las residencias de ancianos de Leganés.
Con una amplia experiencia a sus espaldas, este alcalde ha realizado labores de emergencia durante el tsunami de Sri Lanka o las inundaciones de Guatemala.
Curiosamente, lo que vivió en las residencias de la civilizada Europa le recordó a aquellas tragedias en países del Tercer Mundo. «Fue muy trágico estar sacando los sudarios con los abuelos fallecidos. Hubo momentos en los que perdimos la humanidad. Me acordaba de cuando me tocaba trasladar los cadáveres en bolsas de basura en Guatemala o Sri Lanka», relata.
INESTABILIDAD POLÍTICA
Ahora, está decidido a aplicar su bagaje en el municipio y, por todo ello, incide en las medidas de prevención y en cuidar de los mayores. El regidor ha puesto en marcha la iniciativa el Ayuntamiento acude a tu puerta, en la que los funcionarios se desplazan a los domicilios de los vecinos para facilitar que las personas de la Tercera Edad no tengan que salir de casa para realizar trámites.
También reclama una mayor agilidad en la Administración con el fin de afrontar una pandemia como la del coronavirus: "El sistema burocrático está obsoleto. Hay que agilizar los trámites porque cualquier contrato con la Administración lo ralentiza todo. Es necesario cambiar la ley de contratos del Estado", declara.
López lleva tan sólo en el cargo desde el mes de octubre, aunque ya había sido alcalde durante dos años. Su nombramiento se produjo después de que Julio Marqués Barrios, de Transparencia Democrática de Batres, dimitiese al no conseguir que le asignasen un sueldo como primer edil.
Durante años los vaivenes políticos han reinado en esta bucólica localidad. En Batres se han producido situaciones tan paradójicas como que una confluencia de Podemos se uniese al PP para votar a un alcalde del PSOE o que Vox apoyase a un primer edil de izquierdas.
A juicio de López, esta inestabilidad es la que ha frenado el desarrollo de este pueblo desconocido, situado en un envidiable paraje como el Parque Regional del Guadarrama. Sin duda, estar rodeado de naturaleza es ahora una de sus grandes ventajas en la lucha contra el Covid. «Este pueblo es muy sano. Sales y enseguida estás en el campo», declara orgulloso un paisano.
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