Abad de Cîteaux y uno de los tres fundadores de la Orden del Císter. Escribió su "regla de oro", la Carta del Amor.
Esteban Harding nació en Dorsetshire (Inglaterra) a mediados del siglo XI. Era culto: hablaba inglés antiguo, normando y latín. Estuvo en varios monasterios, donde aprendía y a la vez enseñaba a otros.
Después de ingresar en la abadía benedictina de Molesmes, en Francia, y que hubiera problemas de convivencia, con otros dos monjes, san Roberto de Molesmes y san Alberico, viajó a Cîteaux. Allí fundaron la orden del Císter. Él fue abad.
En 1112 recibió la visita de san Bernardo de Claraval, que se quedó en el monasterio y se hizo monje.
En 1119, cuando ya había nueve comunidades cistercienses, san Esteban Harding escribió “Carta Caritatis”, la Carta del amor, que se aplicó como reglamento y ·regla de oro» de la orden cisterciense.
En 1125, fundó el primer monasterio femenino del Císter en Tart-l’Abbaye (Borgoña).
En 1133 renunció al cargo de abad por motivos de salud y al año siguiente, el 28 de marzo de 1134, falleció.
Oración
A continuación, este es un texto del libro “Comienzos de Cîteaux”. Narra la muerte de san Esteban Harding:
“Cuando llegó el momento en que el anciano padre, extendido sobre su lecho de muerte, después de haber terminado sus trabajos, iba a entrar en el gozo de su Maestro, y que desde la extrema pobreza escogida en este mundo, siguiendo el consejo del Salvador, estaba a punto de entrar en el rico banquete de su Señor en los cielos, todos sus hijos y unos veinte abades se reunieron alrededor de su lecho para dar muestras de filial obediencia y para acompañar con sus oraciones al amigo fiel y al Padre solícito en su camino hacia la patria.
Cuando estaba en su agonía y próximo ya a morir, los hermanos comenzaron a despedirse mientras le llamaban bienaventurado, hombre admirable, ya que había producido tantos frutos en la Iglesia de Dios, diciéndole que podía, con toda seguridad, comparecer ante el Señor.
Esteban, al escuchar tales halagos, juntando todas sus fuerzas les dijo en tono de reproche: «Hermanos míos, ¿qué es lo que estáis diciendo? En verdad os digo, que voy hacia Dios con temor y temblor, como si no hubiera hecho nunca ningún bien. Porque si ha habido en mí alguna virtud, y si algún bien se produjo en mi debilidad, fue por el socorro de la gracia de Dios, y tengo miedo de solo pensar que quizás he recibido esta gracia indignamente y sin hacer el buen uso requerido».
Y así con este acto de humildad, despojándose del hombre viejo, y recusando con todas sus fuerzas los dardos envenenados del enemigo, traspasó dulcemente las puertas del cielo para ser coronado en son de un triunfo merecido. La muerte de Esteban acaeció el 28 de marzo de 1134.”
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