Cuando nuestras luchas parezcan abrumadoras, podemos invocar a Dios, quien promete darnos las fuerzas para soportar.
Pablo escribió su carta a los efesios mientras estaba encarcelado en Roma. No era la primera vez que sufría por el evangelio, y ellos lo sabían porque habían escuchado su historia e incluso habían visto algunas de las persecuciones.
Después de recordar a sus amigos quiénes eran en Cristo, Pablo retomó su oración del capítulo 1. Sabía bien que vivir como súbdito del único verdadero Rey no siempre es fácil. Pero no quería que su persecución los desanimara, así que oró por su fortaleza espiritual.
Pablo reforzó la verdad de quién es Dios y quiénes somos los creyentes en Él. Pero los efesios no son los únicos que pertenecen al Señor; nosotros también somos de Él. Y Dios, que ha derramado sobre todos los cristianos las riquezas de su gloria, promete proveer para todas nuestras necesidades (Fil 4.19). Como fue para los creyentes en Éfeso, nosotros necesitamos que nos recuerden esto a menudo, y esa es una labor clave del Espíritu Santo (Jn 14.26).
La fortaleza espiritual nos ayuda a perseverar, ya sea que estemos sufriendo o viendo a otros luchar. También es lo que nos permite que Cristo more en nuestros corazones, como veremos mañana.
Biblia en un año: GÉNESIS 8-11
No hay comentarios:
Publicar un comentario