La Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) reveló este 16 de abril que hay un alto número de sacerdotes contagiados y fallecidos por coronavirus COVID-19 en el país, y llamó a tener prudencia y prevención para cuidar también de la vida y salud de los “médicos del alma”.
En un comunicado, la CEV informó que desde que llegó el virus en marzo de 2020, hasta abril de 2021, “ha contabilizado 201 contagiados y 24 fallecidos, entre los 2.002 sacerdotes presentes en Venezuela. La cifra de los contagiados representa el 10% del total del clero venezolano, mientras que los fallecidos a causa del virus retratan el 11,9% de los contagiados, y el 1,2% del total de presbíteros en el país”.
Indicó que los últimos sacerdotes en fallecer por COVID-19 fueron los salesianos Luigi Verdecchia, de la Arquidiócesis de Caracas; y Bruno Masiero, de la Arquidiócesis de Valencia. Ambos partieron a la Casa del Padre el jueves 16 de abril.
Ante esta situación, los obispos llamaron “a la prudencia y a la prevención como parte de la sociedad”, porque “quienes ofrecen su servicio a la Iglesia, no están exentos de sufrir la exposición al COVID-19”.
Los obispos dijeron que “los sacerdotes, priorizando su vocación al servicio de los demás, no han ignorado su misión como ‘médicos del alma’” durante la pandemia del coronavirus. Sin embargo, recordaron que “aún con las restricciones en los templos y las medidas de bioseguridad” en los templos y parroquias, “existen riesgos de contagio y posibilidad de muerte”.
El Obispo Auxiliar de Caracas y Secretario General de la CEV, Mons. José Trinidad Fernández, dijo que durante la pandemia “la vida de la Iglesia no se detiene” y que el clero ha procurado ministrar los sacramentos bajo los protocolos de bioseguridad adecuados a cada región del país.
Según el comunicado, el obispo precisó que “la misión continúa y la atención espiritual y social ha procurado continuar, tomando en consideración las medidas respectivas, especialmente la distancia, la desinfección y el uso de tapabocas”.
“La Iglesia anima, acompaña y asiste sacramentalmente a los fieles, siguiendo los mecanismos de bioseguridad, según como cada diócesis los ha asumido y adaptado a su realidad, con protocolos y directrices específicos, de acuerdo al comportamiento del virus en cada región”, indicó, y afirmó que en los tiempos actuales “no estamos para llenar templos, sino para acompañar”.
El Prelado dijo que en medio de este contexto mundial y nacional crítico, marcado por “la mutación del virus” del COVID-19, “lo mejor que se puede hacer es cuidarnos unos a otros”.
No obstante, llamó a “mantener la esperanza”, pues “en la vida diaria Dios nos acompaña porque somos templo de Dios, Dios habita en el corazón, no puede haber lugar para la tristeza, la desilusión, el desencanto”, señaló el CEV.
Finalmente, el CEV recordó que este contexto donde la pandemia suscita “temores y angustias”, “es también un tiempo en donde las personas necesitan acercarse más a Dios para consolar el espíritu, y los sacerdotes, en consecuencia, procuran responder a esta necesidad fundamental, entregando su humanidad, aunque procurando guardar las prevenciones necesarias”.
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