¿Está orando para que se haga la voluntad de Dios en la Tierra?
Cristo habló mucho sobre la oración. Enseñó su importancia no solo con sus palabras, sino también con sus acciones. A veces, sus oraciones eran dichas públicamente; otras veces, se apartaba de la multitud para estar a solas con el Padre. Cristo también habló del poder de la oración unida (Mt 18.19, 20).
Si en las reuniones de nuestra iglesia y de los grupos de oración se hicieran peticiones con una mentalidad centrada en el cielo, de manera constante, ¿cómo serían nuestras reuniones? Habría un mayor enfoque en Dios y en su reino. Lo alabaríamos más, expresaríamos dolor por nuestros malos caminos (2 Co 7.10) y daríamos gracias por todo lo que ha hecho. Nuestras voces se elevarían en alabanza al ver a las personas venir al Señor. Nos regocijaríamos al vislumbrar la obra de Dios en y a través de nuestras iglesias. Y suplicaríamos a nuestro Padre por la salvación de los demás y por el crecimiento espiritual de los creyentes.
¡Qué emocionados estaríamos al ver que Dios responde nuestras oraciones! A algunos de nosotros nos resultaría más fácil testificar acerca de nuestro Salvador, otros se llenarían de su paz al enfrentar pruebas, y otros tendrían la fortaleza para mantenerse firmes. Imagínese su iglesia, llena hasta rebosar y convirtiéndose en la “casa de oración” que el Señor Jesús dijo que está destinada a ser (Mt 21.13).
Biblia en un año: 1 Corintios 11-13
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